Bien se pudiera resumir como aquella famosa canción de Amaral; toda la noche en la calle. Pero no me ha llegado a sorprender el nuevo dia durmiendo en la orilla del mar,suena parecido pero a mí lo que me sorprendían eran las horas en el bar.Dios que deprisa pasa el tiempo.
El viernes de cena.Una peculiar celebración de empresa.Como han despedido a un compi del trabajo, era nuestra forma de rendir una especie de homenaje.
Y descontándole a él , a Jesús (no deja de tener su miga que fuera su última cena), la supermegafiesta sólo iba a constar de dos individuos más,así que para que la más absoluta desolación no hiciera mella en nuestras personas, el otro compi se trajo a un amigo y yo a otro.
Velázquez y Don Enrique.
Nos encontrábamos así dos trabajadores actuales, un recién desempleado y dos mercenarios gastronómicos.Bastante pintoresco, desconozco si por ello fué invitado el Velázquez.
El festín fué en La Encantaría.Y si, como siempre; para reventarse uno de comer...
Recuerdo cuando preguntaba el camarero de cuanto peso quería yo el entrecot y le dijo el artista cocinero de Joan que lo dejara en sus manos...
Y el entrecot resultante casi no podía ser abarcado por mis ojos.
Menuda animalada.Aparte de alguna que otra botella de buen vino y unos platos de centro de papas infernales y croquetas sobrenaturales.
No tuve huevos a terminarme la carne.Y lo intenté.
Después de la cena es donde mi conciencia se vió terriblemente afectada.
Después de la cena es donde mi conciencia se vió terriblemente afectada.
Porque anduvimos por el rollo.Otros eligieron el Casco.Y recuerdo vagamente con quien estuve en la sala Z.Y nada de nada del momento de llegar a Las Jarras ni con quien estuve.(Menos mal que el sábado me lo apuntaron).
Quizás fué por el entrecot, que me supuso tanto esfuerzo intentar terminarlo que mis neuronas debieron de declararse en rebeldía.
Después, aunque no sé que hora sería, pareció venirme poco a poco la lucidez. Emprendí el pertinente E.T.C. camino de casa.Teniendo conversaciones en bares extraños y con gente que no conocía de nada.Y el carajillo como prolongación de mis manos.
Y aún me llamaría Pepelu a horas intempestivas de la mañana.Quedamos y seguimos de carajillos para más tarde ir a almorzar.
El olor a comida en el patio de mi casa me indicaba que ya era el mediodía de un bonito sábado otoñal.
Desperté finalmente por la tarde con la sana intención de que la noche del sábado iba a ser más relajada.
Pero no fué así.
Acudí al Sebastian Bar, donde estaban muchos de los parroquianos, además de otra gente también de mal vivir, como Scotty, Jaro y el Largo.
Serena parecía aquella noche.
Los anteriormente citados aún se fueron al Trilogy y yo me afiancé en la barra, con el firme planteamiento de volver a casa no muy tarde.
Pero me quedé con los parroquianos y camareros del bar.Luego La Buhardilla,luego Z...
Se iba llendo gente y viniendo otra nueva.Ese debe ser mi problema, que no se donde andará mi tropa de refresco y siempre permanezco guardando el puto campamento.
Y luego Las Jarras.
Cuando me quise dar cuenta ya estábamos buena banda para ir a almorzar, asi que el Largo,Pawito,dos amigas y yo mismo nos propusimos esa tarea.
Ultimamente no frecuento el colombiano aquel de los puñetazos fáciles y de gente de profesión dudosa.Así que les quise mostrar a mis acompañantes el lugar donde en la actualidad suelo almorzar.Un garito facha que hay enfrente del sudamericano, donde entre fotos del Real Zaragoza descansan recortes del ABC e himnos patéticos de ensalzamiento a la patria.Pero las patatas bravas son de calidad allí.
Estaba cerrado, asi que tampoco era tan tarde, aún no eran ni las 10.
Había que buscar entonces otro lugar.Tras ir a uno de chinos en el que estoy convencido que no nos querían servir,porque decían no tener muchas de las cosas imprescindibles en un bar...tuvimos que buscar otro.
El Clares concretamente.Desconozco que tiene ese garito.Pero si el colombiano es el lugar indicado para armarse un buen follón, éste se lleva la palma en cuanto a pesados se refiere.
Haría dos semanas que fuí con Castillo y Ángel.Y se nos arrejuntó un brasas auténtico.Para echarle de comer aparte, pero macarrones con cicuta por lo menos.
Pués el del sábado debía rivalizar con él.Hostias que cansao.
Tuvo algún problemilla con unos criajos sharps que por ahí se encontraban, y toda su conversación giraba torno a lo mismo.
En estas nos vimos mientras dábamos buena cuenta de un plato pobremente combinado y algún carajillo como despedida.
A su favor diré que más tarde, cuando volvíamos al bar facha porque ya estaba abierto,joder, lo echábamos de menos.
Porque nos facilitó una serie de comentarios y observaciones que le hacíamos,de lo más surrealista.
No sé si acabaría creyéndose lo que le conté de mi condición de inmortal, pero la cosa dió mucho juego...
Eran cerca de las 12 cuando salíamos del facha y vimos como en la puerta del colombiano habia bastantes policías de la local. A saber la fiesta que tenían allí preparada.
Aún paré a tomar otro café de vuelta para casa.
Preguntándome porque coño nunca sé cuando finalizan las noches.
Porque hay gentes tan raras que pueblan nuestras calles (porque me he abstenido hoy aquí de describir a unos cuantos), que tienen la pesadez y la incoherencia como bandera.
Quizá esto último también tendría que aplicármelo para mí.
Ves como hize bien en no ir a las jarras...
ResponderEliminarQue va, que va.Te perdiste una bastante buena...
ResponderEliminar