viernes, 7 de diciembre de 2012

Restaurante Baobab.

La última cena buitaka del año 2.012 a dos semanas de comprobar si son ciertas las profecías mayas que anuncian el fin del mundo. Algo se estará cociendo -aparte de tanta verdura éste martes pasado-, si una tribu tan voraz y carnívora como la nuestra recurre exclusivamente a los alimentos que pueda ofrecer la tierra.
Si, queridos, llámenle cena, aunque para mí fuese una cruel encerrona. El asistir a un local de amantes de la alcachofa y fanáticos de la sinergia tofu-calabacín, y sin previo aviso, para mi no tiene nombre. 
En la calle Arzobispo Apaolaza 10, Restaurante Baobab.
Brazos en Alto como Maestro y castigador de Ceremonias. A él le resultaba graciosa aquella situación, gozaba observando nuestras miradas cuando nos indicó que su elección había sido ese restaurante; sabía que alguno iba a echar muy en falta nuestra habitual dieta de carnes y yo, tenía todos los boletus...
Vaya por delante mi respeto hacia los vegetarianos, pero llevarme a un lugar así me produce el mismo desasosiego que a un talibán una fiesta de pijamas.
Siempre había oído que era el mejor lugar de la ciudad para este tipo de comida, pero nunca pensé que yo fuera a corroborarlo. Bueno, no creo que sea la expresión adecuada, porque no tengo intención de compararlo con ninguno más.
¿Cené bien? Pues chico, como que me faltó algo (o me faltó algo que no comí).
Algo esmerados en sus platos, virtuosos a la hora de transformar manjares de la huerta en hamburguesas y derivados, un correcto servicio...
Me lo imaginaba peor al leer el cartel vegetariano, justo cuando entrábamos por la puerta. Me veía comiendo forraje con cuchara y escupiendo pepitas de calabaza dentro de un saco.
Pero se trata de un garito sofisticado, tanto como su carta, donde podremos hallar desde brochetas de tofu, calabacín, soja y coco hasta una amplia gama de patés vegetales. Lástima no tuvieran un chuletón de manteca de cacao con su guarnición de cebollas, que yo creo que me habría arriesgado a probarlo.
Empiezo por los segundos platos porque fue ahí donde cometí mi mayor error, el pedir un "montadito de patatas". Todo, por ver en la carta que contenía un ¡huevo frito!, salchicha de soja, vinagre de Módena y las susodichas patatas. Cómo poder describir mi sensación; cojan un corcho, un plástico u otro material sensiblemente blando, córtenlo en pequeños pedacitos y viertan 2 litros de vinagre sobre las virutas resultantes. A ver quien tiene narices después a asegurar que las patatas no estaban bien hechas, que la salchicha de soja es una sosada o que el huevo era de gominola, porque aquello poco menos que era comer vinagre de Módena en estado sólido. A mitad de plato lo cambié por el de Brazos en Alto, que eran canelones XXL con girgolas, champiñones, boletus y shitake con bechamel trufada. Estaba muy rico, o así lo apreciaba mi paladar, casi cuando mi boca parecía ya el sitio perfecto para montar un almacén de encurtidos. Debo tener vinagre de Módena en sangre para 5 años después de eso.
Llama Eterna se comió una "no" hamburguesa (que sabe Dios los ingredientes que llevaba) y Topo Indeciso un Quiché de boletus.
Posando todos para la ocasión:
De entrantes pedimos:
2 surtidos de croquetas. Unas de setas, otras de quesos a las finas hierbas y, las más elaboradas, con tofu, zanahoria y avellanas.
 Champiñones al queso, con ajo, nueces y perejil.
Verduras rebozadas -puerro, ajo, espárrago triguero, zanahoria y calabacín-. Con la salsa romescu pasa algo similar al vinagre de Módena: "mitiga tus sabores"...
Risotto de boletus.
El postre que triunfó fue el Maria Luisa, que lo pedimos tres de nosotros:
Sopa de yogur y chocolate blanco con helado artesano de hierba Luisa. Alguien optó por pedirse un pastel vegano (plátanos, nueces y chocolate).
2 botellas de vino: una de "Habla del Silencio" (extremeño), que me encapriché yo por su nombre -es muy parecido al Viñas del Vero-, y otra de Conde de Valdemar (Rioja).
Nos cobraron los cafés y carajillos, pero nos pusieron unos chupitos (aún hubo quien tuvo cojones de pedírselo de hierbas).
Total factura: 143,60 €uros.
Quitando mi triste episodio con el montadito-regadito por doquier, el resto estaba bien. Pero con la sensación perpetua de que me faltaba algo, que le vamos a hacer...
Un restaurante distinto, si me apuran original.
El precio si que me parece bastante caro.