martes, 20 de noviembre de 2012

El mundo mágico de Alexia Sinclair.

En tiempos tan turbios en los que el Ecce Homo ultrajado pasa a ser símbolo de orgullo nacional, o que las aportaciones de un gobierno en cultura son más escasas que su propia sinceridad a la hora de llamar a las cosas por su nombre (entiéndase un "apoyo financiero" al hablar de un rescate o de "regularización de rentas y de activos" donde debiera decirse amnistía fiscal), desde este reino eufemístico, del que por desgracia formamos parte, al menos podemos seguir disfrutando de las expresiones artísticas que nos vienen del exterior -dáles algo de tiempo y quien sabe; quizá decidan prohibir la amenaza de semejantes influencias, justo cuando por fin consigan vetar cualquier tipo de manifestación ciudadana. Una población descontenta perjudica la marca España, ya se sabe-. Pero bueno, como los políticos a día de hoy, parece que no pintan nada, hablemos de gente que mima sus lienzos y no de los que sólo dan pinceladas de amargura para dejarnos a todos a cuadros.
Alexia Sinclair, australiana. Igual te pinta una foto que te maquilla un decorado a lápiz. Vamos, que le pega a todo esta creadora-diseñadora-fotógrafa. Desde mi descubrimiento de Luis Royo  que no me cautivaba nadie así.
Modorro y baturro como me siento a la hora de contemplar el arte, desde mi nulidad interpretativa, no percibo esos toques oscuros a los que algunos se refieren por internete a la hora de definir su obra. Es más, me encantan las imágenes, pero echo en falta una pizca de transgresión o mala leche (para mi gusto, claro). Un esqueleto a los pies del árbol, un búho real papeándose una serpiente...





Supongo que es fruto de mi admiración por Luis Royo y su lado más heavy.
Alexia Sinclair elabora estas maravillas mezclando sus fotografías con ilustraciones manuales.
En la foto de arriba, ¿No hubiera quedado mejor una calavera de centurión con casco en lugar de ese hongo, y un cielo aún más atormentado? Es light, pero muy chula...

No imagino a un ser tan bello llevando así una conversación con una calavera, pero desprende mucho encanto.
Aquí ya tenemos hasta casco de centurión.
Seguramente mi favorita.
Les remito a la página oficial de Alexia sinclair, todo un mundo imaginario por descubrir:
Alexiasinclair.com/



jueves, 8 de noviembre de 2012

Restaurante Brujas y Flandes.

Pues eso. Que no contamos con ningún refuerzo de invierno ni fichaje de última hora, pero que comenzamos la 5º temporada de tragaldabas buitakos. ¡Tal vez pronto en su cocina!
Y es que son ya cuatro años de peregrinación gastronómica, de veladas agotadoras en torno a demasiadas mesas, de charlas pausadas o animadas, pero esperando que la brasa nos la dieran siempre otros. Sus fogones, sus sartenes, sus parrillas... todo un arsenal culinario empleado a nuestro servicio en este tiempo: podríamos serrar ahora barrotes con tanto mordisco aplicado, o llenar piscinas enteras con ese jugo gástrico. Si, queridos, cuatro años de cenas dan para mucho en la vida de un buitako adulto. Hemos visto caer gobiernos, fronteras e incluso reyes y elefantes en este periodo, pero nosotros seguímos al pie del mantel. Cuando el mundo se tambalea, para el pueblo buitako sólo esta girando algo más rápido, y nadie puede eludir jamás su cita en la asamblea mensual. A no ser que se quede uno dormido, claro. Pero eso ya son otras historias que tampoco vienen al caso.
Llama Eterna como Maestro de Ceremonias, sacrificándose al máximo en su rol especial de encargardo de insignes aniversarios, llamó por teléfono y el mismo día a Brazos en Alto, con el escueto mensaje "díme un sitio de esos que vas pensando tú para las cenas, tío, que yo no tengo tiempo..."
El lugar escogido por el Maestro de Cermonias y su valioso asesor, restaurante Brujas y Flandes, en María Zambrano 48.
Me quedé con las ganas de preguntar al dueño el por qué del nombre, la razón de aquella historia tan peculiar. No sé, es como si abrieran en Amberes un garito llamado "Zaragoza y Aragón", que también sonaría un poco extraño. Pero bueno, si algo me llama la atención de Bélgica desde muy pequeño es su política; Flandes parece ser que tiene deseos de independizarse del resto del país y todo el mundo se pregunta que ocurriría si convocaran un referéndum. En Flandes no lo sé, pero en las provincias vecinas; ¿Cómo votarían los valones? Es una tontada como un piano, pero el otro día vi que un tío decía en la tele que los "coles" de Bruselas sólo dispensaban menús vegetarianos a sus alumnos, y la gente, se partía la caja. Cada cual se rie con lo que quiere.
Brujas y Flandes, siete u ocho mesas, no electorales. Desde la calle puede dar la impresión de ser sólo un bar-café. No hay que llevarse a engaño, y con una sencilla búsqueda en Google se comprobará la buena opinión que el personal transmite sobre sus viandas.
Tienen una densa carta y cuatro menús bien seleccionados. Elegimos uno de 100 €uracos para cuatro mardanos.
Ensalada de las que no saben únicamente a verde:
Una escalibada cuyos ingredientes no recuerdo especialmente, ya que me apliqué más con las siguientes criaturas:
Chipirones. Es la única pega que pude leer en los comentarios de la red. Pues chico, estaban bien. Sabían a lo que tenían que saber. No tenían premio o sorpresa dentro con un vale para una noche de hotel, pero eran más que aceptables:
Ese pulpo tierno, tierno. Que lo debieron de cocinar mientras sonaban de fondo canciones de amor... Un gustazo a los sentidos:
Un capricho de quien escribe; huevos rotos con setas, jamón de pato y aceite trufado. Bieen. Era necesario un cambio, los huevos con foie van a terminar poniéndolos como aperitivo con la cerveza...
Solomillo de ternera. Sabe Mañitú que se trataba de una buena carne. Aunque nos dejáramos por ahí 3 trocillos sin comer, víctimas de un estómago ya demasiado saturado.
Botella de vino blanco recomendado por el dueño y una de tinto, Ramón Bilbao.
Detallazo de dos bombones por comensal sin haber pedido postres, y tras el cierre de persiana del garito y la sobremesa carajillera en el interior, a base de orujos de hierbas, tuvímos un gran descubrimiento; Altavilla licor de café. Fue la joya de la noche (creo que me casqué media botella).
Casi excelente el restaurante. Sólo que sonara de fondo -prácticamente íntegra- la discografía de Carlos Goñi menguó algo nuestras valoraciones.