Restaurante Salvatore

Y llegó el progreso a la tribu; en esta cena sí que hice fotos.

Situado en una calle que siempre me ha parecido de las más curiosas de Zaragoza, San Antonio Maria Claret. En su número 17.

Porque en una travesía no excesivamente larga, puedes comenzar su recorrido saliendo de estudiar de la Universidad. Dejar la moto para reparar en alguno de los talleres cercanos, para continuar tomando unas birras en los ahora tristemente, restos de la Zona Heavy.

Tienes la opción supermercado muy cerca para proveerte también de comida.

Verás garitos de chinos de dudoso café, pero barato.

Y si decides llegar hasta el final, hasta la concurrida Avenida Goya , con los humos habituales del tráfico rodado y las gentes del caminar acelerado, como presumibles elementos básicos que rigen toda civilización, sólo tendrás que sortear a las señoras putas que quizás te lancen besos desde las recepciones improvisadas de sus puestos de trabajo. O negar categóricamente a algún yonkie que no necesitas para nada esa colonia robada que intenta engatusarte.

Si no te parece una experiencia digna, o simplemente deseas menear el bigote, siempre puedes parar a mitad de calle y cenar en este restaurante.

Tras mi breve reseña callejera y mi nula aportación a la conciencia ciudadana, comentaré la cena del martes pasado de la tribu Buitaka. En la que tuve el honor de ejercer de Maestro de Ceremonias.

Lo cierto es que pensaba celebrarla en otro garito, pero se sumaron dos importantes factores para trastocar los planes. Que en el cercano Sebastian Bar no funcionara el aire y tuviera que acudir aquella tarde a cambiar el termostato. Y mi condición inapelable de huevazos y no haber reservado con anterioridad en ningún otro sitio. Bueno, dicho así, quizá es que fueron demasiados los factores.

Restaurante Salvatore.

Acudí una semana antes a cenar con la Feliú y Sonia y me llevé una grata sorpresa.
Tú te pides lo que denominan "involtinis" en La mafia se sienta a la mesa, por ejemplo, y te ponen unos ridículos rollitos de carne. Muy buenos, eso si. Pero parece comida para astronautas de lo escasa que resulta la ración.

Te pides en el Salvatore lo que aparece en la carta como "envoltinis" y te sacan lo que muestra la segunda fotografía que acompaña estas líneas, en su sección de platos.

Dos pedazo de bolas de pavo rellenas de ajo y bacon, con sus patatas y una salsa exquisita que hace temblar al misterio.

Vamos, que los de La mafia igual no explotan semejante producto a domicilio por no tener que incorporar remolque a sus motos.
Realmente bueno y abundante. Es ponerse a partir la carne, darte cuenta que en seguida ocupas todo el plato con los trozos, y sentirte como si estuvieras practicándole una autopsia a un mamut.

La fotografía de arriba pertenece a un entrecot (creo) que perteneció a su vez y muy brevemente a Juako. Y a juzgar por la cara que ponía de goloso, también debía de estar muy rico.

Claro que con matizaciones, porque él y Kike se encontraban enfrente de Mariano y de mí en la mesa. Y gozaban de un excelente campo de visión, ocupado ocasionalmente por los movimientos que realizaba la camarera...

Brazos en Alto, alias Juako, es lo que comió. En su mitificado papel de "rarito".

Llama eterna, alias Kike, Topo Indeciso, alias Mariano, y yo mismo, ¿alias Elías?, nos decántamos por los "Envoltinis".
Creo que hubiera bastado esa ración por persona para alimentar un campo de refugiados durante una semana y en período de entre guerras.
Pero ya se sabe de la ferocidad del pueblo Buitako y no precisamente en su contexto bélico...

Así que también nos zampamos una ensalada con rulo de cabra, otra con perdiz escabechada y una pizza que parecía una rueda de repuesto de un John Deere.

Regado con un Lambrusco y uno de esos vinos extraños que siempre pide el "rarito".

Aquí comentar que previamente tuvo que solicitar tres marcas distintas hasta que pudieron satisfacer sus apetencias.

Aquella frase de; "es que de esas no tengo frías. Como gastámos como mucho una botella al mes..."

Aún nos sentimos con ganas de continuar semejante proeza humana y tuvimos huevos de pedir hasta postre. En mi caso, fresas con nata. Y eso, parecía un trofeo.

Un pedazo de copón rebosante que sólo le faltaba la placa honorífica "al mérito de tragaldabas".
Después los consiguientes carajillos...

137 €uros en total.
Bien.

Anotar que aún a riesgo de caer en el tópico, el garito es bastante acogedor. Supongo que mucho tendrá que ver que las cenas las hagamos los martes. Joder, si hasta donde los ladrones del 24 Kilates me parecía un lugar apacible...
Un sitio muy recomendable, en definitiva.
Aquella noche aún volvimos al Sebastian Bar porque cualquiera se retiraba a casa con el estómago tan enriquecido. Total, para no poder dormir en casa...
En particular Brazos en Alto y yo, allí estuvimos echando birras hasta que cerraron el garito.

Y esa extraña sensación de estar empachado, resacoso, somnoliento... Y depertar de esta guisa para acudir al trabajo.

Adjunto las puntuaciones otorgadas por la tribu. 31'5 sobre 40.

Llama Eterna y Brazos en Alto - 7'5

Topo Indeciso - 8'5

Yo - 8