Restaurante Pantxika Orio

Último evento gastronómico buitako celebrado ayer en el Pantxika Orio, en otros citas internáuticas también llamado Pantxica Orio. Situado en el Paseo de La Mina 3 de Zaragoza.
Lo que fue la presentación en sociedad de nuestra nueva adquisición como compañero de fatigas mensuales para tragaldabas, el Caballo Loco. Sergio, para los no iniciados.
¡Ea! Que ya somos cinco integrantes. Con ello, y con nuestras pintas, ahora si que damos todavía más la impresión de parecer una banda de Rock y que Don Enrique sea nuestro representante. Señores peluqueros de la ciudad, no se alarmen si alguna noche compartimos mesas cercanas, que no responde a ninguna nueva moda, que seguimos siendo gente demasiado selecta, casi tanto como el ambiente reinante en el garito del que me dispongo a hablar.
Lugar exquisito y refinado, sosegado y relajado, en el que, ¿por que no? también teníamos cabida.
El novato hacía de Maestro de Ceremonias. Con el listón muy alto, así nos dejaba Caballo Loco.

Como viene siendo habitual, Topo Indeciso llegó en primer lugar, después Sergio y más tarde, servidor. Los tres amigos echando cervezas en la mini-barra del restaurante, esperando a Brazos en Alto y Llama Eterna, quiénes ya avisaron de sus retrasos y por circuntancias perfectamente excusables (total, los tubos los sigue pagando el último en llegar...).
Desde aquella barra, que poco menos que recordaba a una cantina de los Playmobil (hay que joderse qué estrecheces), se podían contemplar seres de trajes caros y maletines, parejas con conversaciones y tonos de biblioteca, gente que supongo que, extrañada por nuestra presencia, miraba con la actitud propia que tendría un soldado en Verdún cuando le indicaban que comenzara un ataque saliendo desde la trinchera. Sabe Dios que no se me ocurre otra manera de expresarlo mejor. Si aquellos sujetos elegantes, en vez de cenar sobre manteles, hubiesen tenido una manta por encima y unas latas de judías como manjar, a la estampa sólo le faltaría el color en blanco y negro.

Claro, que el garito poco tiene que ver con una trinchera. Está decorado con motivos naúticos y como podrá apreciarse al final del post, es la mar de caro...

Allí había también unos individuos tomando apuntes en una mesa mientras cenaban, una especie de cuarteto dinámico gastronómico. El adjetivo no es por una frenética actividad de la que hicieran gala, si no porque vestían todos iguales, con jersey rojo hortera que recordaba bastante al insoportable dúo sesentero. Según apuntó Mariano, en un momento dado uno pedía una marca concreta de vino, y cuando la analizaba; "Ah, pero de barrica joven...entonces no". Y continuaban con sus charlas sibaritas y sus extrañas anotaciones. Pandilla de frikis ... ¿Empezarían éstos poniendo estrellicas a las cenas en un blog? Quizá, y de ahí su atuendo rememorando a aquél grupo ; Y conseguirte las estrellas… -juro que no ha sido premeditado.

Pero dejemos a los gourmets de guateque y entremos en materia.

Reunidos los cinco ya en familia, elegimos los entrantes :

Pulpo a la parrilla. Y no nos dieron la del "pulpo". Vamos, no me jodas, semejante ración para cinco...

Anchoas empanadas. Mejor.

Croquetas de morcilla con alubias de Tudela. Bien.

Con el plato individual tuve mis tentaciones. Iba a decantarme por "Rape con crema de cigalas y arroz negro". Aquello sonaba a poesía casi. Kike y Mariano ya se habían apuntado al clásico chuletón. Dudé por unos segundos y finalmente fuí el tercero en discordia, Sergio pidió solomillo y Juako el susodicho rape. Estaría cojonudo, pero no me arrepiento...
1'7 Kg de chuletón para tres. En la foto ya sale en su segunda aparición, acompañado correctamente de patatas y sal gorda.

El rape para poetas.

Postres.

Cuajada con miel en mi caso (prácticamente a partes iguales y por decisión propia...)
Dos botellas de Ramón Bilbao 2004.- Rico, rico.
Carajillos.

Precio Total : 261,62 €uracos.

Posdata y valoración personal :

El servicio es tan correcto que es demasiado artificial. A todos nos gusta el buen trato, y viendo lo que cobran, es normal que lo eleven a la categoría casi de irracional. Un ejemplo; se me cae la servilleta al suelo, y cuando me doy cuenta miro abajo y no está. Viene la moza con una nueva y perfectamente doblada. Vale, habrá gente que le encante que le traten como a un ministro, que todo sea impecable y sin un atisbo para tener de que protestar. Yo prefiero el trato más humano; que me pregunte, o que me diga un "ay, ahora te traigo otra", a lo que me hubiera negado, claro. Y creo que todos hubiésemos gozado mucho más si nos hubieran invitado a una sencilla ronda de chupitos, como exigen los cánones. Pero no fue el caso.

¿De que sirve que sonría un camarero/a ante cualquier gilipollez de la que no sabe ni de que se está hablando, si es incapaz de recompensar una buena cena con un insignificante orujo de hierbas? Particularmente, prefiero el triunfo de la sencillez y el saber estar cuando se usa el trato humano, que la pantomima del ser que trata de enfatizar "lo civilado".
Será por lo que hay veces que en mi mente asoma Verdún y las trincheras...

Puntuaciones de tres 9, un 8'5 mío y un 8 de Kike (por no ofrecernos licores)

Un lugar para cenar bien, pero considero que caro.

Por cierto, que con nuevo miembro en la banda, estreno los Buitakofantes !!