Hostias por un tubo

Sí.Este bien podría ser el aspecto con el que se nos mostraría un bar a altas horas de la madrugada.
Bueno,en mi caso ayer no fué para tanto.Todavía me sentía capaz de pronunciar palabras esdrújulas,y el peso de mi cuerpo aún respondía con cierta coordinación ante el avance de mis pasos.
Me encontraba ya retirándome hacia casa,a esas horas en que los pájaros trinan incesantes y los ancianos se mantienen a dos metros de distancia mientras te observan extrañados cuando inevitablemente se cruzan en tu camino.
En ese tiempo indeterminado cuando lo que te demanda el cuerpo es un último esfuerzo para el penúltimo tubico y un posible café.
Fue entonces cuando acudí al garito colombiano de Tomás Bretón.Al que ya había obsequiado con mi presencia en otra ocasión..
Es un bar extraño,en el que toda la gente es de esos lares.Y que en seguida debieron suponer mi condición de extranjero,porque por lo que observé,solo a mí me hicieron pagar nada más recibir mi consumición.O igual esto era motivado por otra causa,quíen sabe.Con la pinta de buen chaval que tengo yo…
A mi alrededor podías imaginarte facilmente el oficio de los ocupantes del bar.Alguno con pinta de narcotraficante,otros de matones,algún latin king,y alguna chica de dudosa reputación daban una imagen bastante pintoresca al antro.
Tiene también como particularidad,el que allí se sirven copas y sopas o ensaladas por igual.
Allí me encontraba trasegando mi rubia favorita,cuando apareció una rara pareja,conformada por una negra de aspecto keniata y su acompañante,que bien pudiera haber sido un boxeador balcánico.
La keniata en cuestión,cuyas muestras de embriaguez eran claramente evidentes,se quejó amargamente de que llevaba más de cinco minutos esperando que le sirvieran la cerveza.
De súbito,y sin mediación alguna de su acompañante,decidió exteriorizar aquella impaciencia que le acosaba,y esto lo hizo en forma de tortas prontas hacia la camarera y puñetazos certeros al camarero.
No bastando con esta muestra de desacuerdo total hacia el sufrido gremio de la hosteleria,la negra comenzó a buscar objetos arrojadizos a lo largo de la barra.
Cuando quizás el empleo de tubos para este cometido se le antojaba demasiado convencional,emprendió la segunda tanda de la faena usando servilleteros y platos.Aquí se advierte en seguida lo que un deficiente servicio de mesas puede acarrear.
El numerito este aún duró unos minutos.Que yo pasé con mi tubo en la mano,por si las moscas,viendo come se rompían otros a centímetros de donde me encontraba.
La gente alborotada,cubriéndose con las manos.Otros agachados.Yo racionando mi último trago porque me parecia que no era el momento idóneo para demandar otro ejemplar.
Aun le pregunté a mi pequeño vecino que permanecía agachado a la altura de la barra,si esto era muy habitual allí.A lo que me contestó sin rebasar su cabeza esa zona que le protegía,algo asi como que hay quíen se pone piojo toda la noche y vienen a terminar la noche aquí.Extraña manera la que tienen estos tipos de finalizar la juerga.
Como si de una caseta de esas de feria se tratara,la negra siguió probando su puntería hasta que le tocó el osito,este no era otro que su novio de aspecto balcánico,quíen la rodeo con sus brazos y se la llevó del bar.
Mientras,el atizado camarero gritaba que iba a llamar a la policía.Creo que fué esto lo que motivó que mucha gente abandonase el bar,más que por el follón acontecido.
Seguro que allí dás un grito de “inspector de inmigración” y sale gente de hasta dentro de las cámaras…
Como me habían cortado un poco el rollito,eché un par de euros a las tragaperras y me marché.
Aún tomé un cafecito por el camino en un bar autóctono,que ya no deseaba más sobresaltos.
Luego hay quienes dicen que esta gente es muy pausada y de sangre fría.Menos mal.
Moraleja : A la hora del café,no te eches un tubo de cerveza.Y dicen que el mejor es el de Colombia.