martes, 8 de septiembre de 2009

EQUIPO JUAN - Episodio 3 - "La inmensidad de Tarifa, catalogada"


Cuarto día del Equipo Juan a bordo de la "Poltergeist".
Campamento de las judiadas dónde se celebraba el Yonkipur. 9.00 a.m.
La mañana vaciló lo suyo antes de mostrarse plenamente radiante. Aunque lucía un sol estupendo, se empeñó con obsequiar a los más madrugadores con un frescor inusitado en semejantes fechas.
Nuestras visitantes almerienses partíeron entonces hacia su querida tierra.
Jinete contempló, bostezando a la mañana y no sin cierta sorpresa, lo que Castillo le comentó la noche anterior; coño, pués si que era verdad lo de las piquetas de la tienda de campaña. Allí estaban, en algún lugar cercano y sin ser sacadas de su bolsa. Con razón me había dado la impresión que ahora la tienda se hallaba algo desplazada. Suerte que ni sopló fuerte viento, ni tan cerca estábamos de la carretera. Un despertar condicionado por el sonido de claxon de un camión, habría rebajado ostensiblemente la dosis de optimismo con la que afrontar áquel día.
Entré en la "Poltergeist" y el espectáculo me resultó sobrecogedor, cómo si mis amigos hubieran sido víctimas de un ataque feroz a cargo de una manada de osos de las cavernas: latas de cerveza por el suelo, ropa tirada en cualquiera de sus rincones y ellos mismos, aparentemente durmiendo, en posturas totalmente insospechadas. Tardé en asimilar que no había sido así, poco después de casi convencerme de que alguno de los osos agresores verdaderamente no se encontrara todavía allí, a juzgar por esos estridentes rugidos que no sé si serían admitidos dentro de la categoría de "ronquidos".
Viendo cómo estaba el percal, y en concreto aquella leonera, Jinete emprendió una de sus famosas galopadas, rumbo hacia el pueblo.
Alrededor de dos horas de marcha, paradita para tomar café y ojear la prensa en uno de los pocos bares que podían encontrarse abiertos.
Un pueblo coqueto y pintoresco, pero no precisamente lleno de actividad, al menos en esas horas tempranas.
Llegué a caminar hasta los pies de una montaña cercana. El cartel de -Coto privado de caza- aminoró mi deseo de seguir avanzando. Ya decía yo que era demasiado lujo para un pueblo encontrarte con puertas de hierro fundido en sus calles, con unas columnas altas que las sujetaban...No tengo la culpa de que estuvieran abiertas. Jamás he visto situación que ilustre mejor lo de "poner puertas al campo",porque aquello era una jodida montaña.
Jinete, más "bala perdida" que nunca, regresó entonces hacia el campamento base.
Entrado ya el mediodía, Yonkipur era todo un bullicio.
Uno de sus más firmes exponentes, con acento francés y gestos propios de macaco paranoico, y que transportaba un carrito de niño,vino a darme los Buenos Días :
- Tío, tío. Hey ¿que hay?. Joder que suerte has tenido...
Digamos que permanecí expectante, esperando que desarrollara su tesis. No me hubiera asombrado nada si áquel tipo hubiera sido testigo de un ataque de osos de las cavernas, consciente de las dificultades en su habla.
Señalaba la tienda de campaña.
-La poli, tío. Mmmm...El otro día nos metieron una multa que te cagas por poner una aquí. Mmmm...Nnnn...tío.
-Pués habrá que replegarla porque ya he visto dos coches de picoletos volviendo desde el pueblo...
Pensativo o en trance, el sujeto se alejó por donde había venido, muy sonriente y despidiéndose con la mano. Lo tomé cómo que agradecía mi información de avistamientos de guardias civiles, y que llevaba un viaje astral en la cabeza bastante considerable.
La vecindad estaba muy dicharachera esa mañana. También se me acercó otro individuo, bastante raro, que aparcó su autocaravana al lado nuestro, dónde antes se encontraba el coche de las almerienses. Lo de "raro" es la idea inicial que te formas cuando ves que un tipo viaja sólo en un cacharro tan grande.
Éste quería información acerca de las playas del lugar y de los permisos para autocaravanas.
Jinete en su faceta de relaciones públicas en Yonkipur, aportó lo poco que manejaba su conocimiento.
Resulta que el rarito me contó que en un pueblo cercano, en los 15 minutos que dejó huérfana la caravana, también le habían multado. No me extraña que los bares por estos lugares abran tan tarde. Joder, los pueblos deben tener toda una fuente de ingresos con tanto empapelamiento...
Una vez más se repetía la máxima vigente a lo largo de la semana; tenemos mucha suerte.
Es casi imposible repetir un viaje igual con tanta fortuna, con lo ya sabido de nuestra autocaravana ilegal, las distintas circunstancias accidentales y haber salido siempre ileso. Eso si no te caes y te jodes la rodilla, claro...
Trás la conversación volví a mis quehaceres con la tienda de campaña. Complicado.
Salió Ángel entonces de la "Poltergeist", el más madrugador de los que repelieron a los osos cavernarios.
Lo de plegar la tienda era ya doblemente complicado, tal cómo lo veíamos el uno y el otro.
Tuvo que salir Castillo, y creo que de casualidad, en pocos momentos consiguió la proeza. Él resolvió la incógnita que seguía trás los dos primeros putos pasos que mostraban las instrucciones.
Fuímos los tres a tomar un café a un bar cercano, de los de terracita que te pasas y ambiente paradisíaco. Allí tuvo lugar una breve exposición de ideas que habría que plantear con el resto de integrantes del Equipo Juan; las almerienses el día anterior habían venido de propio desde Almería hasta Cádiz, la friolera de 460 km para pasar en tierras gaditanas unas horas, cómo quien dice. Además ya las habían conocido y comprobado que eran bien majas. Siguiente punto a tratar, que en Almería estaban de fiestas, en plena feria. Que ante todo hay que ser recíproco en esta vida. Y que fijo, fijo, que tendrán por allí un montón de amigas...
Trás reunirnos todos en consenso, decidimos poner rumbo al día siguiente a tierras almerienses.
Pero antes tocaba visitar las playa de Bolonia y la noche tarifeña.
Quizá fué la tarde que más vago estuve, la única en la que necesitaba siesta. Jodida de llevarla a cabo en una autocaravana y con un calor sofocante.
Antes de intentarlo, anduvimos todo el grupo por la playa de Bolonia, nevera y sombrilla en mano. Repleta la primera, por supuesto, de exquisítas Export y Ambar. Pero ya quedaban pocas...
Castillo "amenazó" la tarde con sus caracterizaciones de Jorgito y su dentadura postiza, demandando "agua" a los transeúntes que se hallaban por la playa. Cuando no se ponía a luchar con Ángel en la arena en una representación digna del Street Fighter.
Si el resto de turistas allí presentes, tenían alguna perspectiva de tranquilidad, está claro que la abandonaron en cuanto aparecímos nosotros.

La playa de Bolonia y Castillo haciendo el cafre. Instantes después la vaca salió despavorida, totalmente literal y verídico.
Trás una charla con un trapicheador de sustancias psicotrópicas extraño, que llegó a preguntarnos si alguno éramos policía (...), y que daba de beber cerveza a la Madre Tierra, a modo de ofrenda con la que redimirse de sus pecados, se acercaba la noche y con ella nuestra marcha a la juerga de Tarifa.
Una ducha reconfortante y de nuevo a buscar la fiesta.
Ningún problema para dejar la "Poltergeist" en un descampado cercano al centro de la población.
Tarifa era una población bonita, con suaves toques de encanto. A unos 15 minutos andando desde nuestro campamento se alzaba un antiguo portón que daba paso a la ciudad del pecado, donde se amontonaban los garitos.
La primera copichuela debía ser en un lugar tranquilo. Una terraza de bar apacible, donde gorronear un enchufe para cargar el móvil y tener ese momento previo de sosiego que tanto aporta para degustar los lugares. Si, antes de que acabes todo piojo y no seas muy consciente del verdadero ambiente de la ciudad donde te hallas. El respirar del entorno, por así llamarlo, siempre tan gratificante. Al menos para mí.
No acompañaba nada la cerveza que pedí; marca Ibérica, hecha en la misma Tarifa. Dios que cosa más mala...
Compramos tabaco de contrabando, por aquello de seguir con la ilegalidad. Aquella mañana leí que en Tarifa robaron 25.000 cartones del mismísimo depósito de la aduana que custodiaba la Guardia Civil. Lo que me invita a reflexionar si áquel kioskero que nos vendió la mercancía sabía algo, o si quizás los picoletos bajaron la guardia porque se encontraban todos multando a gentes de pueblos cercanos que fueran provistos de autocaravanas o de tiendas de campaña.
Los garitos de marcha.
Calle muy peculiar. Repleta de bares y dónde nadie decía nada por estar haciendo "botellón". Que a esas horas la policía andaría ya ocupada buscando cartones de tabaco...
A falta de Export, Voll Damm.
Lo de los letreros por esas lejanas tierras, merece mención aparte. Allí no ponen ningún nombre que no llame mucho la atención.
Momento "foto artística". Que mejor instantánea que un Javilón herido en la rodilla bajo la placa de la calle "Batallón de inválidos".
Castillo se encuentra conocidos hasta en Tarifa. Aquí una pareja que nos acompañó por distintos bares de mojitos. El Equipo Juan está convencido de que aquella noche fuímos los causantes de que rompieran su relación ; que si uno quería quedarse. Que no, vámonos para casa ya!!-Lo cierto es que desaparecieron con una actitud muy seria y sin despedirse de nosotros. Y no les hicímos absolutamente nada. Promulgar nuestra propia juerga, como mucho.
Fuímos a una discoteca muy chic, pero de 5 euros la entrada. Me extrañó particularmente que me dejaran pasar. Vaya mierda de garito. Me obcequé sobremanera en cantar a gritos sobre la música techno allí reinante e intentar cuadrar melodías cantadas que pegaran con aquella bazofia, en un intento de buscar cierta diversión.
Recuerdo el "yo sólo bebo vodka", con los que acompañaba esos ritmos simplones que machacaban la cabeza sin cesar.
Es curioso, porque a todas esas piezas de discoteca es fácil encontrarles pronto una frase de rechazo que quede acorde con la música (por llamarlo de alguna manera) . Había gente que me miraba y parecía llegar a la misma conclusión, por sus caras de asombro.
Allí no duramos más de veinte minutos. Y que mal empleados en toda una vida...
Si el episodio de las sombrillas me viene al recuerdo como una película de Berlanga, en Tarifa aconteció una escena en la que sólo faltaba de extra Louis de Funes para que resultara más frenética. Durante 15 minutos o más, dimos tres veces la vuelta a la manzana, intentando salir de un par de calles estrechas y volviendo siempre al punto de inicio.
Durante la mini travesía, acompañamos en el canto a un par de gitanas que cantaban bulerías y sin saberlas (nosotros, claro). Paramos en el "cachorros calientes" dónde un grupo de italianos nos hizo fotografías y dónde Pere se explayó con su conocimiento del idioma. Interrumpimos una conversación de teléfono de una tiparraca a la que ya estábamos cansados de ver en todos lo bares de aquella noche. Es lo que tiene la confianza.
Fueron momentos tontos de dar vueltas por calles estrechas a ritmo vertiginoso y sin parar de hacer el capullo. Cómo le dijo a Javi una señorita de esas que reparten folletos de los garitos, y ya al final de nuestro improvisado laberinto; "Yo seré guapa, pero tú tienes mucha caradura"...
Salímos por el portón antiguo de la ciudad, ahora vigilado por la policía. Suerte que no registraron a alguno...
Por si faltaba alguna situación extraña, no se quien comenzó a charrar con un par de sujetas que seguían la misma ruta y que vinieron con nosotros a la "Poltergeist".
El resultado es lo que mostré en el video más abajo del Mariachi.
La alemano-madrileña-canadiense que parecía querer disimular constantemente sus ya entrados años. Y la otra, que lo que tenía entrados eran los kilos. No es por ser cabrón es que era muy pesada. Ni lo último dicho es por ser doblemente cabrón, que lo era también en el sentido de que se comportaba de forma más que plomiza.
Allí estuvimos, cantándole a la madrugada. Se personificaron los otros vecinos de autocaravana y que no venían a por sal, intercambio de tinto de verano-nuestras últimas Ambar.
Y la policía afuera rondando.
Parecía el camarote de los hermanos Marx, por seguir con el simil peliculero. Bueno, o "Se armó la gorda", porque cierta tipa no hacia más que coger la cámara de Castillo y filmarnos a todos sin descanso.
Éste último deleitando al público con sus representaciones de Jorgito y el numerito de la dentadura postiza.
No recuerdo si eran exactamente las 6 cuando dimos la fiesta por concluida. A dormir, que nos esperaba Almería.
Armada y peligrosa. ¿Ninot o muñeca rusa?. Puede llegar a recordar a cierto personaje también que aparece en la peli de "Desafío Total".
No voy a decir el milagro que me supone que los que aparecen en la foto, tapen a quien tapan, porque ya sería cebarse...
CONTINUARÁ...

4 comentarios:

  1. OLE, OLE, OLE. Fantastico Relato.
    Grande Elias!!

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  2. entre esta y la q liaremos el año q viene, ya tienes material pa escribir una novelilla de cierto renombre, jjeje

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  3. Bueno, con que se quede almacenado por aquí ya me sirve de mucho. Para poder recordarlo con el tiempo, que eso siempre es bueno.
    No me negareís que no he cumplido bien con mis labores de secretario, jaja...
    Gracias por vuestro apoyo y por las borracheras.

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  4. impresionante, las crónicas son como vivirlo de nuevo, paso a paso. Por cierto, Almería el mejor destino de nuestro viaje, junto a Puerto de Santa María. Con diferencia. Que buenos ratos. y los que vendrán.

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