La Filoxera

 En la calle Cadena 2, Restaurante "La Filoxera". Es de esos garitos que gozan de buenas opiniones en la red y que a todo hijo de vecino le suena el nombre; uno muy curioso el de éste, al hacer referencia a un parásito de las vides, pero podemos asegurar que se cena estupendamente y que el vino está en buen estado. Que podría dar lugar al chiste malo, del pulgón y la polilla que se sientan a la mesa en La Filoxera y preguntan si pueden picar algo... Además de por esto último, también debo excusarme por la pobreza de las fotografías que acompañan al post, que fueron el resultado de adquirir un movil nuevo y no entretenerme en definir los ajustes de la cámara. Pero tiene su encanto, a destacar su arte en bodegones :

Igualmente, es de los restaurantes que transmiten buen rollo al aparecer en su web , pormenorizados, todos los menús de los que disponen. En nuestra última cena buitaka elegimos uno de 30 €uros Degustación, con la salvedad de que nos cambiaron el roti de espalda de cordero -que no tenían- por paletilla de ternasco asado.

La modelo del bodegón anterior fue con la que abrimos el apetito: ensalada de espinacas, bacalao, bonito y anchoas con salsa de calçots.

Será mejor conjuntar el menú en un apartado, viendo la confusión que generan las imágenes...
Tras la ensalada:
- Alcachofas con jamón y virutas de foie-
- Pastel de patata con butifarra y salsa de Oporto.
- Hojaldre vegetal de cebolla caramelizada, pimiento, champiñones y queso.
Además de un pastel zamorano que pedimos como refuerzo y que no pertenecía al menú.

La paletilla de ternasco mencionada y dos botellas de vino Azpilicueta.
Cuatro postres, que en mi caso se trató de una suculenta tarta de chocolate blanco :

Nos invitaron a los carajillos y a licor de hierbas.
El total, 158 €uros.
Como resumen, un lugar al que puedes ir aunque sientas una hambruna del diablo, porque tienes la garantía de que vas a quedarte bien.
Recuerdo el ternasco meloso y las generosas virutas de foie... Lo que menos me gustó fue la sustitución que nos hicieron en la ensalada; cambio de escarola por espinacas -ahí, en el plato, las hojas tan verdes que incitaban a sacarte un caracol de la manga para que te ayudase-.
Por lo demás, bien correcto. Y la panza llena.
Nos esforzaremos más en la siguiente crónica gastronómica, ya que al hacerla cuando pasa una semana, consigues que pierdas tu frescura mental, así como la esencia de tus sentidos en aquel preciso momento...