domingo, 19 de agosto de 2012

Bandalucía: Cuatro en el Sur. Acto III.

Vacaciones en el bar -Tercera parte de la trilogía "Cuatro en el Sur visitando tres lugares y perdiendo el norte por segundos".

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¿Pero tú tienes algún problema con el agua? Me preguntó Llama Eterna la última vez que pisamos la arena. Fueron cortas las estancias en la Playa de La Malagueta, pero en las tres ocasiones que se dieron, preferí esperarles a él y a Pájaro Guía al frescor del chiringuito. Creo que ya había cubierto mi cupo playero anual la semana de vacaciones que estuve en Almería, hará cosa de un par de meses.
Me agobia el mar, el pasar más de media hora tendido en la arena como cefalópodo arrastrado por la marea me aturde, me deja K.O. para el resto del día.
Habrá quien pensará, no exento de motivo: "pero las tapas y las cervecitas no te cansarán, no. Cabrón". ¿Qué culpa tengo yo de que Mañitú en la creación de sus senderos de destino me eligiera para ser una criatura de barra? -Imaginen esa frase en una reunión de alcohólicos anónimos, debe causar la misma sensación entre los allí presentes que la que a mí me genera cuando alguien me dice que coja la toalla y que vayamos a echar un bañito. La playa para mí es como una comisaría en una gran ciudad; que prefiero estar siempre en sus alrededores. Aunque aquí la comparación sea demasiado radical entre escoger pasar el rato al sol o a la sombra.
Ahora que lo pienso, Brazos en Alto aún la visitó menos que yo... ¿Qué culpa tendrá de que Mañitu en la creación de sus senderos de destino le eligiese para ser una criatura de museos? Porque la última oportunidad playera que tuvo él se fue a visitar el Museo Picasso.
No le podemos negar encanto a esos parajes, aunque una imagen tan idílica sólo puede lograrse bien situado desde un chiringuito, por supuesto:

Y es que el segundo día en Málaga amaneció así, inocentemente, con una horita escasa de playa (o alrededores, en su defecto), como tratando de despistar a la providencia de lo accidentada que llegaría a ser esa jornada.
Mediodía, puesta en marcha de Bandalucía junto al Perfecto Anfitrión. Breve recorrido por lugares de interés turístico de la ciudad; frente al teatro romano hasta nos detuvimos 5 minutos y sacamos alguna foto. Preparación verbenera y puesta a punto en el que debe ser el sitio más glamuroso de Málaga, El Pimpi. Un garito de paso obligado para famosos, donde han estampado sus dedicatorias a lo largo y ancho de él, sea en foto o en toneles de vino. Pese a que nos hubiese gustado, ningún camarero se nos acercó con rotulador en mano dispuesto a que por allí dejásemos la impronta buitaka.
Un hervidero de turistas impetuosos y camareros con bandejas volantes:
Perfecto Anfitrión nos llevó después a otro antro donde degustamos un exquisito vino blanco acompañado de lo que se considera un refinado y selecto plato: las ortiguillas. A excepción de Brazos en Alto, no tuvo buena aceptación para el resto de los bandaluces. Aquellas anémonas marinas de delicada textura y sabor delicioso, para otros eran unas jodidas algas que sabían a agua de mar rebozada y que al tacto parecían esponjas desgastadas. Y no precisamente marinas. Sobre gustos hay demasiadas cosas escritas, diremos para seguir llevando la contra.
Y por miedo a no perder el ritmo, seguimos de tapeo. Un tal Mariano. Cocina malagueña tuvo la culpa:

La segunda imagen considero que es la más acertada para hacerse a la idea del carácter y personalidad de Perfecto Anfitrión: Éste vino es la hostia...Teneís que probar cierto pescaíto que... Un tió majo, majo, para tenerlo cerca en sitios donde hay gran oferta gastronómica y una buena fiesta.
Creo que fueron un par de horas allí. Serían las 3 de la tarde y el ambiente en la calle era cojonudo. Música sonando en todas las esquinas y un bullicio permanente.
Siguiente atentado contra la resistencia etílica de un ser humano, la fiesta que tenía lugar en un instituto. Perfecto Anfitrión quedó allí con más amistades suyas y todo fueron rebujitos y cervezas, pero como si no fuera a existir un mañana:

En el discurrir de aquella fiesta, Jinete ya estaba de lo más achispado -Hablo en tercera persona porque me costaría bastante, aún a día de hoy, entender que tenía pleno dominio sobre mi propio cuerpo o sobre lo que estaba pasando. De hecho, recuerdo el pensamiento al salir de allí; "Un poco mayor esta gente para hacer una fiesta de fin de curso, ¿no?. Ah, joder, que será alguna otra historia. Pero mola..."
No tengo noción del aspecto de las calles en ese momento, pero debieron ser algo así en tierras de mujeres bonitas y de jolgorio por todas partes:
Mi siguiente recuerdo, después de sorprenderme a mi mismo por esa habilidad nueva adquirida al teletransportarme, fue un garito de pachanga infestado de seres que saltaban a ritmo de canciones ya olvidadas de los 80. Creo que permanecí allí el mismo tiempo que el que disfruté mirando el teatro romano. Quizás menos.
Salí a echar un cigarro y ya no entré.
Había una terraza estupenda en una plaza con vistas a la Catedral donde Jinete estaría las siguientes casi 2 horas. Tuve contacto telefónico en todo momento con Bandalucía y después pasaron a recogerme.
Sobre las 19.00 nos reunimos todos para ir a un hotel. Hoy sé que la intención era ir a ver un grupo de flamenco que, con algo de suerte, todavía estaría actuando allí. En el momento, Jinete sólo pudo pensar; ¿A qué hostias un hotel ahora? ¿A buscar a alguien? ¿Será un after hours para institutos?
Nos metímos en un ascensor y accedimos a una sala totalmente vacía para bajar de nuevo, esa vez por las escaleras. Yo lo encontré hasta divertido.
Volvímos donde estaba todo el meollo de garitos y seguímos haciendo tiempo -y deshaciendo voluntades- para la hora de la cena.
Aunque el servicio meteorológico me lo niegue, Málaga estaba muy nublada, pero de la hostia. Con algún intervalo de nitídez que tendió a disminuir según pasaban las horas...
Estuve a punto de quedarme en la hospitalaria noche malagueña y no ir a la cena, pero traicioné a mis principios; si piensas entre una opción y otra, quédate con la primera que creas más acertada. El segundo plan siempre saldrá mal porque lo compararás con la que era tu primera opción. Eso lo digo ahora, claro, porque en esencia Jinete pensó entonces; ¿seguimos juerga o cena formal?
Y Bandalucía se fue al completo a cenar, a lomos de medicamentos veterinarios (útiles de trabajo de Perfecto Anfitrión) que atestaban los asientos de un viejo jeep. Quizá si me hubiese pinchado por accidente con alguna jeringa de vacuna para caballos, a esas alturas me habría espabilado un poco, pienso ahora. Porque la cosa fue a peor. La teoría de Jinete sobre las 2 opciones adquiriría sentido.
La cena puede tener muchas versiones. Una es como creí vivirla yo; otra es cómo te la cuenten; la importante supongo que sería cómo realmente fue o qué hostias pensarían los demás -esos grandes desconocidos con los que has de compartir cena una noche cuando tú no estás pasando por grandes momentos de lucidez-. 12 Invitados a la mesa, entre ellos una juez y dos policías nacionales. Hoy sólo puedo asegurar que no hice nada ilegal en aquella velada, ya que el jeep nos llevó de regreso cuando finalizó y en ningún momento tuve la sensación de llevar esposas.
Una casa de lujo a las afueras, enorme. A mí creo que aún se me hacía más grande:
En mi costumbre de comparar escenas de la vida cotidiana con películas, allí yo era el Peter Sellers de "El guateque", el tipo al que invitaban por error a una cena y que adquiría cierto protagonismo. Es una suerte que no tuviera ganas de acudir al baño en toda la cena, porque puedo imaginarme situaciones como las que le sucedían a aquel actor tras embozar el water y pelearse con el papel higiénico. Tampoco termino nuestro largometraje con hippies entrando a la casa con un elefante a colores, pero no hubiera desentonado mucho la cosa...
Brazos en Alto hizo el arroz (ayer me dijo que también había pollo) con mimo. Mientras, Llama Eterna se negaba a que yo ayudase con el mobiliario necesario para cenar en el jardín. Cuando se daba la vuelta cogía alguna mesa o silla para sentirme útil, y que yo sepa no tropecé. Aunque seguro que las convertía en mecedoras durante su traslado.
A Brazos le pusieron una guitarra y ofreció un show del que no recuerdo su contenido. Supongo que le aplaudirían también...
Pájaro Guía y Jinete tuvieron durante el postre una extraña discusión sobre los carolingios, las hazañas de Roldán y los métodos de repoblación cristiana durante la Reconquista. Algo así como; Que nooo. Que en muchos lugares ¿Qué identidad ni que hostias? Cuando conquistaban una ciudad traían gentes del Norte para que no se rebelaran. Cojooones...
Sea por el escaso interés entre los presentes sobre temas históricos, sea por el estado latente de embriaguez de los que discutían, la cena en aquel punto tuvo unos inquietantes silencios. Seguramente era incluso complicado que alguien pudiera cambiar de conversación, si no lo hacía gritando...
En la foto aparece Brazos en Alto con más claridad de la que tenía Jinete:
Regreso en jeep (tampoco se escuchaban sonidos de sirenas de fondo) y a dormirla...
¡Al día siguiente nos llevaba Perfecto Anfitrión en barco!
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Breve visita a la playa-chiringuito para asimilar la mañana y de nuevo en ruta, con el mismo medio de locomoción, pero ahora más holgado; ya no podría pincharme con una jeringa de esas, pero ahora tenía yo una resaca de caballo.
Parada técnica en supermercado para aprovisionarnos a conciencia y Bandalucía que se embarcaba, en un día de mar revuelto donde nadie más que Perfecto Anfitrión se atrevió a desafiar las aguas. Entre los atunes debió de ser lo más comentado:


Unas pocas sacudidas de agua sirvieron para despejarnos al mojarnos por completo, perder una boya del barco (a día de hoy aún es un misterio) y que Brazos en Alto se cargara el asiento que ocupaba ante el ímpetú del mar. En la foto parece asesorar a Perfecto Anfitrión sobre la conveniencia de las arandelas de 8 para arreglar ese desaguisado:
A la hora de comer nuestro guía nos llevó a un chiringuito que conocía bien para deleitarnos con sardinas, jureles, calabacín rebozado... Tinto de verano y sangría.
Por la tarde, menos el visitante de museos, Bandalucía volvió a El Pimpi por ver si todo seguía en el mismo sitio:
Vuelta a Zaragoza al día siguiente con buenas sensaciones (salvo el momento "cena", por supuesto).
Dejando atrás una gran tierra y que siempre es una suerte visitar.
Hasta pronto, Andalucía. A tus ganas de fiesta, tu colorido y el encanto de tus gentes.

8 comentarios:

  1. El principal descubrimiento del viaje fueron los buchones (que pueden apreciarse en la foto 4), que ya probamos en Sevilla como "adobo". Dadme unas semanas para pillar el punto a la receta, y os invito a una cena. Vosotros ponéis el berdejo.

    Corrección: Sí que me bañé en el mar. Entre el barco y las sardinas.

    Ya sabía yo que pondrías la foto de las banderas naranjas.

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  2. Confirmo el baño de Brazos. Fue corto, pero con esas olas no apetecía estar mucho rato en el agua. Ya sufrimos bastante en el barco, eso parecía más una montaña rusa mezclada con un aquapark.

    Corrección: La vuelta de casa de perfecto anfitrión no fue en el jeep. Por suerte pude ir sentado a la vuelta sin tener que pelearme con la boya que más tarde desapareció.

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  3. Lo que normalmente llaman adobo es "cazón", ¿o no? Me refería en La Malagueta, que en esa playa no se te vio el pelo.
    La foto de las banderas naranjas...pues no sé. Salgo medio cheposo y todo, no muy bien. Pero me parecía la mejor para terminar, con vosotros andando de frente y yo girado como para despedirme.
    Pájaro Guía Anónimo; si la vuelta a casa no fue en el Jeep...No recuerdo para nada el vehículo en cuestión. ¿Volvímos en un todo terreno negro,puede ser? A ver si lo he soñado!

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  4. A ver, el cazón es un pez y el adobo es la mezcla de vinagre y hierbas en que se mete al susodicho pescado antes de rebozarlo. En Sevilla comimos cazón en adobo. En Málaga probamos en adobo otros dos pescados: rosada y tintorera (esta última era la que tenía "hueso"). Los buchones de rosada los volvimos a comer en el Mariano. ¿Duda resuelta?

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  5. Si que una cosa es el pescado y otra la movida como la preparan lo tengo claro. Lo decía porque en Sevilla nos dijeron que cuando ponían "adobo" a secas, que allí casi siempre era cazón lo que hacían con esa salsa. En Málaga me confundieron por eso, que de los nombres que apuntas ni los recordaba, pero estaban buenos. Cuando llegamos la semana pasada vine con un hambre de carne que no veas; prácticamente no la comímos allí

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  6. Jinete, el vehículo de vuelta fue un BMW X6 de color blanco perla.
    Ojo ojo... menuda la que llevabas encima

    Me gustó más el cazón de Sevilla ya que no tenía espinas.

    Hablando de la boya... me mandó un mensaje Perfecto Anfitrión el día de vuelta preguntando que dónde habíamos puesto la boya. O sigue en la proa de la embarcación (ojo al lenguaje marinero que empleo, eh?) o salió volando en alguna de las embestidas que dimos en el mar. ¿Alguno se fijó si estaba cuando nos marchamos?

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  7. Que no, que no, de menuda la que llevaba nada, es que no entiendo de coches y los colores los aprendí mal en la escuela... A ver si voy a ser ahora el verde de todas las críticas y me poneís por aquí blanco

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  8. El único adobo que comimos con raspa fue la tintorera. La rosada no tenía, y esta la probamos en Málaga dos veces, en el Mariano y en el que comimos el primer día Y CUYO NOMBRE RECORDARÍA SI NO ME HUBIERAIS TIRADO LOS TICKETS DEL BOTE).
    El cazón en adobo de Sevilla dejaba bastante que desear: lo sirvieron con ensalada y se empapó del aliño y ya no crujía ni nada. Dicho por los sevillanos.

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