miércoles, 2 de febrero de 2011

Un esbozo para la opinión, que no me quedan abuelos.

He empezado a escribir un relato para un concurso, con la primera historia que se me ha pasado por la cabeza. Básicamente, tratará de un juerguista y empedernido fumador que la palma, y que le ponen mil trabas para entrar en el Cielo. Decide irse voluntariamente al Infierno (dónde hay estanco y el tabaco es gratis), pero lo echan cuando lo pillan fumando en un balcón (o algo parecido), con la consiguiente confusión surgida con el pobre tipo errando en tierra de nadie y que no aceptan en ninguno de los dos "mundos". En una tierra de nadie dónde sólo se encuentran algunos niños y pirados mentales, ya que éstos no distinguen entre el mal y el bien...
Achacarle que el día de su muerte cruzaba la calle para comprar tabaco y le atropellaron (algo en lo que insiste mucho San Pedro,el portero) y que Satanás no lo quiere ver ni en pintura, por tener la decencia de fumar fuera del Infierno y no contaminar su atmósfera, creo que dará bastante juego.
El protagonista perseguirá a propios y extraños que le ayuden en la difícil misión de dar sobre él malas referencias a Satanás...Eso, o dejar de fumar para ir al reino celestial.
Dejo aquí su comienzo, a ver si alguien me cuenta sus impresiones o sugerencias, que se agradecerá.
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Jamás comprenderé porque le siguen llamando cielo, pero antes de revelaros secretos que no están al alcance de los mortales o incitar a las almas bondadosas a formarse una opinión, de antemano subjetiva, intentaré contar fielmente mi historia:


Mi nombre es Ernesto Zuñiga. Soy alto, bastante delgado, aunque atlético. Parcialmente castaño; como solía definirme en tantos anuncios de contactos en mi juventud, cuando la alopecia era todavía conformista con su terreno.

En vida, era dueño de una inmobiliaria, y no puedo quejarme de cómo iban las cosas. Mayormente, mi trabajo consistía en realizar una serie de llamadas, vociferar cuatro órdenes a los empleados, y asegurarme que la venta de pisos no descendiera. Tarea ésta que siempre tomaba concienzudamente, fuera repasando los balances mensuales de la empresa o informándome de manera más global, leyendo la prensa diaria al despertarme y con una tremenda resaca, como en mí venía siendo habitual. Porque, contrariamente a los razonamientos que aporte mucha gente, el dinero no llama al dinero; el dinero llama a la fiesta. Y la fiesta a mí me daba la felicidad (al menos mientras duraba).

Una casa confortable, un magnífico coche, dos apartamentos en la playa y todo el tiempo que podía para disfrutar. Mujeres y lujo; ocio y vicio.

En el vicio empieza el más serio de mis problemas. Ya no por el alcohol, que aún sonrío al recordar lo que alguno me apuntaba: “Como te tengan que incinerar el día que mueras, vas a estar ardiendo cuatro meses”- Tuve el dudoso honor de comprobar in situ que mi cuerpo no resultaba ser un combustible portentoso.

El mayor de mis vicios confesables, dueño y señor de propósitos no cumplidos y objeto de mil y una recaídas, es el maldito tabaco.

5 comentarios:

  1. Pues si que debe ser una mierda la historia, que no merece ni una escueta opinión...

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  2. Haber, opinemos. Chico todavía no me puedo hacer una idea clara de como va a ir la historia. en principio me parece una idea muy interesante y lograda pero falta ver la narración en sí.
    Sin embargo como comienzo me gusta. ¿Te sirve pichón?

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  3. La idea general a mi me gusta, pero mi modesta opinion es que todavia tuienes que pulirla y trabajarla mucho...
    Bss

    PD: Aunque desaparecida, sigo siendo una avida lectora.

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  4. pues tiene buena pinta,a mi me gusta,ademas la historia esta ahora en el candelero y da mucho juego,venga a escribir! q quiero leerla entera..besicos.

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  5. Claro que me sirve!
    Es lo que tiene; que la idea está como una película y al detalle en mi cabeza, pero falta no la transforme en un truño al pasarla en papel...
    Gracias y seguid por aquí, que es un orgullo saber que esto lo frecuenta tan maja gente.
    Abrazos y besos.

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