He empezado a escribir un relato para un concurso, con la primera historia que se me ha pasado por la cabeza. Básicamente, tratará de un juerguista y empedernido fumador que la palma, y que le ponen mil trabas para entrar en el Cielo. Decide irse voluntariamente al Infierno (dónde hay estanco y el tabaco es gratis), pero lo echan cuando lo pillan fumando en un balcón (o algo parecido), con la consiguiente confusión surgida con el pobre tipo errando en tierra de nadie y que no aceptan en ninguno de los dos "mundos". En una tierra de nadie dónde sólo se encuentran algunos niños y pirados mentales, ya que éstos no distinguen entre el mal y el bien...
Achacarle que el día de su muerte cruzaba la calle para comprar tabaco y le atropellaron (algo en lo que insiste mucho San Pedro,el portero) y que Satanás no lo quiere ver ni en pintura, por tener la decencia de fumar fuera del Infierno y no contaminar su atmósfera, creo que dará bastante juego.
El protagonista perseguirá a propios y extraños que le ayuden en la difícil misión de dar sobre él malas referencias a Satanás...Eso, o dejar de fumar para ir al reino celestial.
Dejo aquí su comienzo, a ver si alguien me cuenta sus impresiones o sugerencias, que se agradecerá.
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Jamás comprenderé porque le siguen llamando cielo, pero antes de revelaros secretos que no están al alcance de los mortales o incitar a las almas bondadosas a formarse una opinión, de antemano subjetiva, intentaré contar fielmente mi historia:
Mi nombre es Ernesto Zuñiga. Soy alto, bastante delgado, aunque atlético. Parcialmente castaño; como solía definirme en tantos anuncios de contactos en mi juventud, cuando la alopecia era todavía conformista con su terreno.
En vida, era dueño de una inmobiliaria, y no puedo quejarme de cómo iban las cosas. Mayormente, mi trabajo consistía en realizar una serie de llamadas, vociferar cuatro órdenes a los empleados, y asegurarme que la venta de pisos no descendiera. Tarea ésta que siempre tomaba concienzudamente, fuera repasando los balances mensuales de la empresa o informándome de manera más global, leyendo la prensa diaria al despertarme y con una tremenda resaca, como en mí venía siendo habitual. Porque, contrariamente a los razonamientos que aporte mucha gente, el dinero no llama al dinero; el dinero llama a la fiesta. Y la fiesta a mí me daba la felicidad (al menos mientras duraba).
Una casa confortable, un magnífico coche, dos apartamentos en la playa y todo el tiempo que podía para disfrutar. Mujeres y lujo; ocio y vicio.
En el vicio empieza el más serio de mis problemas. Ya no por el alcohol, que aún sonrío al recordar lo que alguno me apuntaba: “Como te tengan que incinerar el día que mueras, vas a estar ardiendo cuatro meses”- Tuve el dudoso honor de comprobar in situ que mi cuerpo no resultaba ser un combustible portentoso.
El mayor de mis vicios confesables, dueño y señor de propósitos no cumplidos y objeto de mil y una recaídas, es el maldito tabaco.
Pues si que debe ser una mierda la historia, que no merece ni una escueta opinión...
ResponderEliminarHaber, opinemos. Chico todavía no me puedo hacer una idea clara de como va a ir la historia. en principio me parece una idea muy interesante y lograda pero falta ver la narración en sí.
ResponderEliminarSin embargo como comienzo me gusta. ¿Te sirve pichón?
La idea general a mi me gusta, pero mi modesta opinion es que todavia tuienes que pulirla y trabajarla mucho...
ResponderEliminarBss
PD: Aunque desaparecida, sigo siendo una avida lectora.
pues tiene buena pinta,a mi me gusta,ademas la historia esta ahora en el candelero y da mucho juego,venga a escribir! q quiero leerla entera..besicos.
ResponderEliminarClaro que me sirve!
ResponderEliminarEs lo que tiene; que la idea está como una película y al detalle en mi cabeza, pero falta no la transforme en un truño al pasarla en papel...
Gracias y seguid por aquí, que es un orgullo saber que esto lo frecuenta tan maja gente.
Abrazos y besos.