soñaba con lienzos de vida
y silencios de paisajes infinitos,
entre horizontes inconclusos
que trataban de recrear su alma.
El dictamen inexperto :
Tantos bocetos de su penuria,
a la postre, esbozos de nada.
Trazados desde el reproche
y con paleta inanimada.
El color era una mezcla,
cuando combinaba
las sombras de su dolor
con la viveza de la esperanza,
aquella que no tenía, y si la había;
ya estaba olvidada,
sobre el caballete desolado
por las pinceladas de rabia,
que no acababan en cuadro.
Yo y la vieja costumbre de escribir en el blog cuando llego tajadete a casa...
ResponderEliminarPero tajado tajado
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