martes, 4 de agosto de 2009

En la Costa de los mosquitos

Algún día los mosquitos de San Carlos de la Rápita sufrirán una mutación y terminarán teniendo este aspecto.
Camino llevan. Y al parecer también una especie de sulfatadora donde almacenan la sangre cuando te pican; porque no es normal las marcas que te dejan.
Claro, que tampoco se de que me extraño cuando más abajo tenemos la prueba irrefutable de que en aquellas tierras también habita el yeti.
Un paraíso para la criptozoología, no me cabe duda.
Fué un fin de semana en el que nos atiborramos de cervezas y comida del Mercadona, a partes iguales, y en el que desafíamos a la propia convivencia en el apartamento de Sara. Además de ella, Dani, Isaca, Kike y yo completábamos tan singular elenco.
Sin olvidar al ser más correcto y formal de los que allí se dieron cita, Mou.

¿Éstas latas de birra cogemos? Oye, ¿que pone? "clásica", pués la de toda la vida. Y no fué mala elección.
Quien me lo iba a decir, viernes, y al caer la tarde, en marcha hacia el club de tenis.
En la terraza de aquel sitio donde parecía que de un momento a otro iban a hacer acto de presencia Brandon y Brenda Walsh; dos jarricas de Voll Damm nos tomamos cada uno para abrir apetito.
Ya en el apartamento, y abandonando la idea de volver por la mañana a aquel lugar para hacer nuestros pinitos con el padel, cena ligera a base de macarrones, salchichas y hamburguesas, aderezadas con una sorprendentemente buena salsa chimichurri. Y tinto de verano y sangría.
Bienvenidos a la excesiva relajación que siempre nos brinda la playa.

Lo de los cigarritos de la risa fué una mala idea, al menos para mí. Y prometí no volver a probarlos al día siguiente...
Se supone que todavía duraban las fiestas en el pueblo, comenzadas una semana antes, pero viendo el grupo que actuaba en esos instantes junto al mar, más parecía que el ayuntamiento trabajara a marchas forzadas para darlas por terminadas de una santa vez.
Noche de juerga en la típica zona portuaria de bares, con gente muy chick y música que apestaba.
Sigo convencido de que el día que inventaron el reggaeton dieron una cruel patada a millones de años de evolución humana. Será por eso por lo que las niñas más monas lo bailan.
Claro, que dicho punto merece aclaración aparte, porque no fuí el único que tuvo la sensación de que en San Carlos no existía mucha chica guapa. Quizás estaban de vacaciones en otro lado, pero sea como sea, si organizan en las fiestas un concurso de bellezas, casi aseguraría que declararían el premio desierto.
Quisiera dejar constancia de que fué una opinión generalizada, y que nos chocó bastante.
Lugar indicado pués para parejas celosas.
Vodka con limón y Voll damm. Y así pasaba la noche.
Oír al Banderas con Los Lobos fué el tema más reseñable. Y menos mal que no quería centrarme demasiado en la música, pero claro, cuando te torturan...
Volvímos al apartamento, que hay quíen todavía hoy se preguntará cómo. Los más osados nos metimos entre pecho y espalda una tractorada de macarrones y donde más tarde tuvo lugar el famoso episodio del yeti. Si el avistamiento de tan increíble criatura fué en torno a las 7 y pico de la mañana, la hora de movilización del campamento base sería sobre las 13.30 de una calurosa mañana de sábado.
Prevía reserva solicitada días antes, partímos hacia un restaurante situado entre San Carlos y Amposta. Cuyo nombre fuí incapaz de leer por ningún sitio, pero un lugar de los que dejan huella y, el estómago a reventar.
Don Enrique avisando que la paella estaba lista a Jinete fumeta.
Que decir del arroz a la vieira. Hay ocasiones en las que las fotos hablan por si mismas :


Cojonuda. Aún tuvimos la absurda idea de acompañarla con ensaladas y creo que con alguna cosa más. Es lo que tiene el ponerte a escribir sobre el finde dos días más tarde...
Terminamos completamente hinchados, y para más inri hicimos el viaje de regreso enlatados los cinco individuos en el coche de Dani, con una asfixiante sensación de que debíamos salir de ahí cuanto antes.
No en vano, trás aquella paella no volví a comer nada más hasta pasadas 24 horas. Como la mejor de las recetas, la Voll damm pasó a ser entonces mi automedicación...
Tratamos de encontrar un garito que indicaba Kike y que le habían hablado maravillas de él (hasta el punto de compararlo con el Buitaker) ,pero fué imposible dar con su paradero. Y bien sabe Mañitú que lo intentamos. El café que nos echamos después podíamos apreciarlo como dulce, en comparación con la camarera amargada que regentaba el siguiente bar.
Porque luego dicen que yo hablo bien de todo el mundo, pero no. Que también existe gente muy desaboría y ese fin de semana parece que alguien trató de ponernos todo un campo de pruebas...
Anduvimos más tarde con Mou en una playa de las que anuncian no estar vigiladas; allá donde la moralidad pierde su jurisdicción.
Aún echamos unos cuantos bañicos bajo un cielo plomizo sin sol y que casi amenazaba con lluvia. Curiosa la actitud de Mou, que se empeñaba en perseguir a barrigudos que por allí paseaban, cuando no se sacudía el agua sobre parejas que estaban sentadas.
Un par de horillas allí.
Después jornada de piscina en apartamento. Tarde de chistes malos y de "clásicas" sobre césped. Un stress...
Luego cena de la que no probé bocado, y el consiguiente acicalamiento y de vuelta a la batalla nocturna.
Y menuda manera de empezarla.
"Vamos a un garito cualquiera que hay que comprar tabaco"...
Más abajo, el resultado.
El garito era muy parecido al que estuvimos en Santander en un concierto de Juako y de tan infausto recuerdo (el garito, por supuesto).
Más pijo que una cubitera con lazos, pero bueno, no nos trataron mal.
La pena, que no tenían tabaco.
Todo un misterio aún sin resolver; en San Carlos era jodidísimo hacerse con tabaco. Era como si estuvieran de pleitos con Tabacalera. No tenían en ningún lado.
Volvímos al mismo extraño garito del reggaeton. Gorroneando lo que podíamos con el tabaco.
Allí podías encontrarte por ejemplo, a una especie de Luis Cobos de discoteca, con su pelo canoso y su uso inadecuado de estupefacientes más que evidente, al que pedí un cigarro, que me dió un beso en la cara, presentándose, luego una china de hachís como una pelota de futbolín, un librillo de liar y finalmente el ansíado cigarro. Que encendí y trás ello le devolví todo, menos el beso, claro. Creo que si me hubiera quedado con el resto de útiles, tampoco hubiera dicho nada.
O a una supermegapija con mucho más aspecto de enviada del infierno que de ente algo inteligente, a la que pedí amablemente un pitillo y no se dignó ni a mirarme a la cara, si no contestar con una sonrisa falsa al vacío. De esas que hacen cerciorarte de que no alcanzas su aparente alto nivel socio-cultural.
Una Barbie de discoteca, que por ser finos y no ocupar espacio con expresiones innecesarias, sólo diré que si la hubiera encontrado en plena calle, con 20 macacos sometiéndola a toda clase de vejaciones, yo...hubiera ido a comprar cacahuetes.
Pero gente maja siempre hay. Como el tipo de San Sebastián que me indicó que a pesar de estar la máquina de tabaco jodida y precintada, alguna marca cuando le daba la real gana, si que la suministraba. Gracias a la información, el problema del tabaco quedó subsanado.
A pesar de los pesares, y de la música estridente, lo pasamos bien. Y volvieron a hacerse las tantas.



Ya ni recuerdo si fué esa madrugada o la del día anterior la que fuímos a bañarnos a la piscina antes de dormir...
Y es que el jardín de los apartamentos inducía a pasar allí bastante tiempo :

La última instantánea pertenece al domingo. Ahí no se estaba trazando ningún plan; es que había unas mozas en topless que parecían hacer más llevadera la resaca.
El domingo de resurrección. Comida de langostinos a la plancha, últimas incursiones a la piscina y llegada a ciudad de origen a las 22 horas.

4 comentarios:

  1. O he tenido un Dejavù de esos o creo haber leido ya este post anteriormente.

    O tuve en sueños una visión, pero coinciden fotos y todo...

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  2. Hombre, las fotos también las puse en el Facebook. Y mi estilo literario no varia mucho, la verdad.

    A ver si te está pasando como cuando nos quedamos estupefactos en aquel bloque que era idéntico al de Sara, y que estábamos tan desorientados.
    Eso no lo he puesto en el post, y dama mucho miedo...

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  3. ni cigarritos de la risa ni mierdas
    porros= paranoia, ansiedad, apatía

    recomiendo el libro "fumas porros gilipollas?, de las muchas miserias del porro y del porrero" de Rafael Pi

    firmado tu hermana

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  4. ajajaja.

    Si es que hay gente mal pensada; otra acepción de cigarritos de la risa es la de la marca "Celtas", que tal y cómo están los precios siguen siendo los más baratos del mercado, uséase; precios de risa.
    Si es que.

    Ya deberías saber que no soy propenso a fumar petas.
    De todos modos, ya tengo también el libro de "Es fácil dejar de fumar si sabes cómo" y lo que no se es como pillarlo para que me apetezca su lectura.
    Trás 2 años y pico de existencia del blog, un comentario de mi hermana. Ahí es nada.

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