martes, 11 de agosto de 2009

El aragonés errante y la no visión de las piraguas fantasmas

En tiempos de Carlos V fué cuando comenzó a usarse, y por motivos evidentes, la expresión "poner una pica en Flandes".
Curiosamente ha perdurado hasta nuestros días como sinónimo de realizar alguna acción costosa y difícil.
Anteriormente expresiones como "meter una lanza en Orán" hacían alusión también a cualquier tipo de trabajo que se antojara complicado.
En la actualidad, yo optaría por frases como "llevar a un Buitako a una verbena" para indicar que algo es tremendamente sencillo y que requiere muy poco esfuerzo.
No es para menos...
Con ese afán conquistador que nos caracteriza, partímos hacia Ribadesella la tarde del viernes pasado.
Viaje, no sin sobresaltos, por los frecuentes atascos. A 50 kilómetros de llegar al destino, uno monumental.
Decir que la velocidad adoptada entonces era de crucero, sería remontarse a tiempos en que todo conocimiento de navegación se empleara sólo en charcas. Hora y pico para avanzar 1 kilómetro...
Fué cuando nos encomendamos al GPS de Don Enrique, no sin cierto escepticismo, (ya se sabe de la abreviación"Guiarte Por Sendas"...) y aquel cacharro nos indicó una ruta alternativa con 30 kilómetros de más de recorrido.
Salímos por el siguiente desvío; viendo cómo estaba el percal, era lo más sensato.
Creo que nos metímos por carreteras que nadie visitaba desde que las crearon los romanos, zigzagueantes tramos en los que no sabías si te mareabas o es que se te estaba separando la cabeza del cuerpo, pero feliz y finalmente, llegamos a Ribadesella.
Era tarde de cojones, torno a las 11 de la noche. Recuerdo frases como "esto de día tiene que ser la hostia" , "Ya verás como choquemos con un oso" o "Si se avería el coche, ¿los lobos sabrán de mecánica?", como fiel reflejo a la situación durante el trayecto.
Pero aquella noche no hubo necesidad de improvisar un taller de reparaciones en ninguna cueva y por fortuna allí estaba, el hostal Puente del Pilar. Un lugar muy recomendable.
Segunda ocasión en que lo visito, y que se merece todas mis alabanzas.
Foticos de muestra :

Acogedor, y la familia que lo regenta, excelente en el trato.
Un jardín bien cuidado, en el que abundan flores de profunda fragancia y donde la sola observación del medio te transmite tranquilidad y sosiego. Y no, ni poseo acciones del hostal ni habíamos llegado hasta allí con semejante propósito.
Así que, a cenar algo rápido que nos tendremos que ir de juerga...
Eramos conscientes de nuestra condición de clientes que llegan con mucho retraso y a horas intempestivas, con que no exigimos más que un bocata de cualquier contenido para saciar nuestro apetito.
Claro ejemplo del trato recibido fué el concepto que nos mostraron como "algo rápido"; huevos fritos, patatas y un entrecot que parecía sacado de una celebración vikinga. Y vinico fresco.
La fortuna nos sonreía. Lo hizo antes también cuando a última hora llamó Kike al hostal y le dijeron que casualmente tenían dos habitaciones de gente que les había fallado.
Como vulgarmente se dice "no hemos visto a nadie". Curiosa frase también que a saber de donde proviene. ¿La acuñarían los piqueros desertores a su vuelta de Flandes?...
Porque el pueblo era una jungla humana; coches aparcados en el más completo desorden e invadiendo partes de la carretera. Tiendas de campaña amontonadas que sugerían menos comodidades que las de un campamento de refugiados en temporada alta. Cristales en el suelo y olor a orínes en cuanto penetrabas de lleno en los arrabales de nuestro jardín idílico...
Queda claro que otra famosa frase como "Donde fueres, haz lo que vieres", en ocasiones llega a puntos en los que pierde su encanto. Frase que quizá venga de los piqueros indecisos en su deserción y que regresaban de Flandes siguiendo a los que ya habían tomado la determinación y así volvían con la excusa más tonta...
Razón de más para plantearnos el llevar a un Buitako a una verbena.
Y en esas estuvimos los cuatro de marras dándolo todo. Don Enrique, Sara, Isaca y yo mismo.
Muchas barras donde perderse. Variedad en la música y genial ambiente.
La primera botella de sidra, creo que en la barra más rockera que había.
Después debímos de visitar la totalidad de garitos que allí se encontraban.
Nos medio establecimos en la barra de la Blossom (me recordaba al personaje en cuestión, y algún nombre teníamos que darle al punto de control que habíamos escogido en caso de desorientación). Con el cubano-asturiano escanciador de las alturas como personaje destacado en nuestra ardua labor de observar e intentar hacer menos la risa a la hora de servirnos, supongo.
Otra camarera, que creo también era cubana, nos hizo una demostración de profesionalidad llevada al límite, cuando al darnos las vueltas de dinero tropezó, casi dona desinteresadamente sus dientes para adornar la calle, y que trás una pérdida momentánea de su imagen, lo siguiente en aparecer fué su mano, poco a poco sobre la barra y con el billete ligeramente arrugado. Yo creo que si la hubiéramos grabado en video, su futuro laboral estaría asegurado de por vida.
Porque se puede beber sidra, pero que nunca falte la actitud jotera.
Ni la publicidad subliminal. Caricaturizando doblemente a Juako...
Si yo tampoco lo dudo, mucho mejor que salga el litro que no mi cara.
Ella es Blossom. Bajo una apariencia de tipa dura se encontraba una moza dulce y simpática.
Aunque a Don Enrique mi apreciación pueda parecerle inapropiada, cuando él le decía de posar juntos en una foto y a ella no le daba la gana.
Extraño, por otra parte. Quizá se debiera a cuando lo vió partirse la caja cuando la otra camarera trataba de recompenerse en el suelo trás la caída...
Aún pasamos por un garito donde hicimos amistades la anterior vez en Ribadesella, pero no les vimos. Por falta de su presencia claro, que no por nuestra manifestación etílica.
La noche ya alcanzó los momentos más dicharacheros, hablando con gente por aquí y por allá.
Recuerdo unas mozas en cuestión que eran justo del pueblo de al lado de mi padre, en el Bierzo. Mira que casualidad.
En un momento dado, Isaca y Kike se retiraron a dormir. Sara y yo aún estuvimos un rato de farra.
Yo no iba guaza del todo. Otra famosa frase como recurrencia; "No tío, pero que controlo". Frase que quizá hizo famosa algún carcelero de piqueros desertores cuando éstos le recriminaban si acaso él no era un trabajador como los demás...
Más tarde recogida hacia el hostal en todas sus variantes, pués había siempre alguien que se empeñaba en tener más cerca el suelo...
Trás girar por una calle y encontrarla vallada, no sin meditar unos instantes; ¿Las cerrarán a alguna hora en concreto? Nos dimos cuenta que aquello era un lugar de camping para tiendas de campaña, entonces rectifícamos sabiamente el camino.
Hostal, 9 de la mañana, a dormir.
Como despertar al día siguiente?, pues como viene siendo ya habitual, Kike vociferando a toda la manada y pasadas sólo 4 horas de descanso, con frases tan célebres como "A almorzar" ó "Habrá que ir a la playa o qué?"...
Así sea, porque él no va a parar...
Paseíco de los que sientan bien en la playa. Acomodo en terracita y cerveza como desayuno. Recuerdo que desperté pensando en café...
Fué cuando tuvo lugar el episodio del borrachín dormido. Pobre mozo...
La marabunta de frikys y las fotos con él.
Nosotros, con el stress propio que puede inducirte el saber que quedaste el día anterior para comer fabes en el hostal y que se nos estaba haciendo un poco tarde.
Asi que regreso al lugar donde antes despertaba a todo Dios un desalmado.
Caras de sueño evidentes y clarividentes. En el contexto de que ya sabíamos lo que nos podía deparar aquel nuevo día...
Las fabes. Si digo que eran la Ostia, estaría visitando iglesias todos lo santos días.
Aquella buena mujer del hostal, que nos atendía como una madre nos preguntó; ¿Y que tal las piragues?
-¿El qué?. Ah, aaah...pués aún no hemos visto nada...
Cierto. Acudir al descenso del Sella y nada más que vimos dos embarcaciones de esas y por la TV de algún garito y sin prestarle atención. Un típico proceder Buitako.
Como todo lo bueno se termina pagando, y aquellas fabes necesitan 7 horas de tu tiempo para poder hacer la digestión; retirada a habitaciones, algo de siesta y acicalamiento colectivo.
El atardecer ya nos empezaba a estirar de los brazos, en un acto de querernos atrapar hacia sus más íntimas entrañas antes de perder esa disponibilidad que le niega la noche... O dicho de otra forma, sobre las 7 y pico de la tarde que saldríamos del hostal. Y que teníamos sed...
Sidra, Vodka, cerveza...
Fatal desenlace, como intentaré ver más adelante.
Tengo una máxima y no es de piqueros: Si he de salir dos días seguidos de fiesta, últimamente, y sea por lo que sea, uno de esos días termino cómo los piojos.
Jinete al 50 por ciento de probabilidades en sus salidas nocturnas.
Jodido sábado.
Empezó muy bien. Rondas de garitos.
En barra Blossom ya nos tenían mucha confianza y todo.
Sobre las 22 horas, lo que parecía una suave lluvia refrescante se iba transformando en un goteo continúo e incesante que calaba hasta los huesos.
La gente normal se ponía a cubierto. Nosotros con los sombreros de cowboy animábamos las barras, aguantando el chaparrón.
¿Cómo era eso que teníamos que ver, piraguas o paraguas?
En el rato que duró, creo que Noé se habría hecho un rancho eligiendo al animal a suertes, pero resguardado y dejando su travesía quizá para el día siguiente...

Ya alcanzado un nivel de embriaguez digno de un cosaco triste que ve como el que le ha robado la mujer, apaga las llamas de su propia casa sacudiendo su abrigo favorito a la vez que lanza improperios sobre lo feo que está su caballo (que no es exageración), decido achicar el agua de mi camiseta y ras... a tomar por culo,raja en la espalda cuando iba a quitármela.
Con lo que me gustaba esa camiseta.
Me da un ataque de mala leche, veo la facilidad con la que se desgarra al estar mojada (no hay que sacar aquí frases de contexto), y empiezo a destrozarla con sádica alevosía.
La siguiente escena son unos trapos en mis manos y el comentario del camarero diciendo que pensaba que me iba a poner de color verde.
No, no era Hulk pero seguramente me aproximaba.
Don Enrique que iba bien arropado me prestó su chaquetilla.
Y entonces, además de encontrarme afectado, tenía todo el aspecto de un chulo putas, no me cabe duda.
En un momento majo de la noche, rodeados de mucha gente y de buen rollo, sentí cómo que tenía que ausentarme.
De dolor de cabeza y todo, joder, que eso siempre es al día siguiente.



Crucé el puente de camino al hostal con la insensata idea, o algo parecido que pudiera rondar a mi cerebro, de volver sobre mis pasos.
La conciencia me habló y me vino a decir "Si debe dar asco verte. Menuda la que llevas encima"...
Y seguí caminando hacia adelante.
Me detuve en un puesto de bocatas. Donde si recuerdo que aquel hombrecillo parecía sorprendido cuando le pedí uno de lomo y otro de chorizo, y me fuí de allí en un mano a mano, mordisco de uno y de otro.
"Hay gente que verdaderamente está muy sola" debió pensar.
Varié el recorrido, no se muy bien cómo y llegué al hostal caminando por la carretera principal, por el arcén, eso sí.
Serían sólo las 2 de la mañana, cuando me tiré en la cama como un manatí herido o un piquero decapitado, que se yo...
Luego supe que los otros tres hicieron cada uno la guerra por su cuenta. Llamadas a móviles, puertas que se dejan abiertas, como la mía...
Pero los tres llegaron a horarios distintos y estuvieron con distinta gente. Típico Buitako también.
Un domingo saludable como jornada para la reflexión.
4 y pico de la tarde nos desplazámos hasta Somo, en Santander.
Trás comer unas bandejas de chuletillas y marisco en un garito nada despreciable, a mí me tocaba currar porque a los padres de Kike les faltaba gas en una máquina de aire acondicionado del apartamento.
Casi ni me acordaba ya. Pero la bombona, los manómetros y la báscula en el maletero me refrescaron el recuerdo.
Después de lo cual, me comentan que hay unos vecinos que también requieren mis servicios.
"Un conocido instalador, que nos hizo la instalación y..."
Madre mía, no he de ver algo más chapucero en la vida. Un babuino frigorista en prácticas y con una venda en los ojos habría hecho una instalación más fiable.
Tuercas no pretadas, falta de gas, tuberías desafiando la gravedad...
Me dicen que el terrorista de los aires aún tenía que volver a conectar cables y demás.
Pues yo no seré el que pierda demasiado tiempo porque tenemos que volver a Zaragoza.
Esa gente tan entrañable que siente que ha pagado tus servicios por el hecho de ofrecerte un café... De esa clase de gente que despertaría el buen hacer de los piqueros, en definitiva.
De vuelta a ciudad de orígen sobre las 10 de la noche.

3 comentarios:

  1. ¿Seguro que hablamos del mismo pueblo que visité con vosotros hace unos meses? Cuando fui yo no había barras, ni juerga... ni gente.

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  2. Pa que veas la que se puede organizar por ver a gente montar en canoa

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  3. El deporte, que es muy malo.
    Correr es de cobardes y las regatas de borrachos.Que ironía.

    Ahora, que tampoco estuvo mal aquella vez, aunque tú estabas poco activo,verbeneramente hablando...

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