jueves, 3 de mayo de 2012

Reseñas que sumar a la nulidad (o cuanto no aportaría yo a la cultura: Parte primera).

Hay veces que, por fortuna, abandono mis gafas imaginarias y me alivio al darme cuenta que no soy un imitador de Sánchez Dragó; es sencillo, jamás escribiré tan bien como él, nunca presumiré de haber tenido rollitos con jovencitas -que luego tratar de excusar, con explicaciones más tontas que las japonesitas que en sus libros parece se tiren a su yugular-, ni (en su confesión más humana, quizá) tenga motivos para experimentar una gran y placentera experiencia homesexual. Es lo que tiene el escribir y compartir un contenido, una vivencia, un parecer, unas palabras... Que se equivoca. ¿Quien? Quien lee puede degustar un mensaje, digerirlo, hasta masticarlo. Si uno goza de buena salud visceral puede mezclarlo con los jugos gástricos de su propio intelecto, desechando a quien se lo sirva todo hecho. El problema radica en la interpretación; apuesto que cualquiera que observe estas líneas, por ejemplo, sin conocerme y ante mi afirmación de "su confesión más humana, quizá" ya cree saberlo todo acerca de mi sexualidad. Es un gran fallo, el creer que unas frases de aperitivo-que no apetitosas- acompañan a todo un contenido; claro que, Sánchez Dragó, desde mi modesto entender, es un perfecto gilipollas.
¿Por qué todo esto? Por su relación -no con las japonesas menores de edad- a la hora de compartir cosas que igual no te interesen lo más mínimo, pero que gente, que como yo, está dispuesta a contarte. ¿A quién le importa el escaso criterio de Jinete? Bueno, supongo que ahí radica la pobreza del asunto, que a partir de mis opiniones puedas hallar alguna riqueza en las siguientes aportaciones. Algún día hablaremos de libros si hace falta. A saber: todo puede quedar siempre pendiente de modificaciones...Como dijo Sánchez Dragó en su día "Estoy seguro de que tenían más de 13 años, por lo pronto", rectificando un "me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda... Tendrían unos trece años. Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse". Si ese tipo, tan insigne y prestigioso, se sirve de tales parrafadas, ¿no puedo yo opinar sobre lo que más me ha gustado en las últimas semanas? Me quedo, y por último, con el dato con el que Wikipedia cierra su biografía, creo que es de lo más atinado...:
"Una nueva especie de escarabajo descubierta en Namibia fue denominada Somaticus sanchezdragoi en honor a él".
Me pongo mis gafas imaginarias y te cuento las historias que, de alguna manera, considero necesarias y que he descubierto recientemente:
Barry Lindon. De Stanley Kubrick, año 1.975. La vi a la edad en que las japonesas se turnan y que confunden tanto a los grandes literatos (13 años, más o menos, pero sin carmín ni tacones). Hay películas que ves a esas edades y que con el paso del tiempo, despues te decepcionan tras un segundo visionado. Esta es un ejemplo de todo lo contrario: en su momento no la supe apreciar como debía. Barry Lindon es una jugosa historia de 3 horas de duración, la vida de un personaje del siglo XVIII del que te enamoras en su primera parte, básicamente porque narra las peripecias de un truhán, un ser pícaro y oportunista. En su segunda parte, la aventura se transforma en drama, en el ascenso y caída del protagonista, casi una metamorfosis....A quien no le suscite un mínimo de interés aquella época quizá le resulte algo lenta o insulsa, y el doblaje que se hizo en su día al español puede que ayude a ello. Pero es una película peculiar, bien elaborada y para que perdure en nuestro recuerdo. Tan real como la vida misma, aunque fuese la del XVIII la que se narra.
The Yellow Sea. Corea del Sur, 2010.
Siempre me han gustado, pero creo que llevo un par de semanas con ganas de ver pelis sobre el mundo del hampa... Una diferente al gran mercado y frente al plan de agotar siempre la misma fórmula es esta, "The yellow sea": Un inmigrante (cuyo apelativo específico no recuerdo, que pertenece a una clase social muy baja, entre la frontera de Corea del Norte y China) en la ruina más absoluta acepta el encargo de liquidar a un tipo a cambio de dinero, pero las cosas se complican... Aunque peca algo de exageración -como toda película asiática que se preste-, es una buena muestra de cine mafioso que deleitaría al mismísimo Tarantino: sangre y machetazos; malos y muy malos. Para pasar un rato más entretenido que agradable, que diría alguno. Una especie de "Snatch. Cerdos y diamantes" a la coreana, si tenemos en cuenta la variedad de personajes que terminan desembocando en una causa común; eliminar al mismo tipo en cuestión, que no es un objetivo nada fácil.

22 Balas (L'immortel), 2010. Francia.
Grato descubrimiento.
De temática similar a la anterior, un Jean Reno soberbio en una trama sobre la mafia marsellesa. Escenas buenísimas de acción y un cuidado guión, donde todo encaja y parece estar muy calibrado. Es la historia de una venganza, pero llevada con sofisticación; las refriegas y tiroteos se suceden a ritmo de música clásica, que es todo un acierto, y los personajes, simplemente, te los crees. Sólo le encontraba un fallo a la película y es en su inicio, cuando al protagonista le disparan 22 balas y no muere... Al ver el Making Off, el director explica que se basó en hechos reales que ocurrieron en 1.977; en alguien al que terminaron llamando "El inmortal" y que recibió esos mismos impactos y que sobrevivió. Nada más lejos de la realidad. El resto de la historia creo que parte de una novela. Para mí, un peliculón. A ver cuanto tardan los yankees en comprar los derechos para un remake.

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