domingo, 12 de junio de 2011

Los rapiñadores de Londres

Sobre estas líneas, el tesoro vikingo más grande encontrado en el Reino Unido en los últimos 150 años. Hallado en Yorkshire en el 2007 por David Whelan y su hijo, con la ayuda de un simple detector de metales, consta de 617 monedas de plata y otras 65 piezas de procedencia diversa como Irlanda, Rusia o Afganistán. Se estima su valor en más de 2 millones de dólares.
Sin duda, un botín obtenido tras incursiones sangrientas -por parte de los antiguos escandinavos, se entiende-, aunque no se refleje en ninguna parte la táctica que usaron los Whelan para poder hacerse con el tesoro, porque bien podríamos imaginar, mirando las fotografías, a una horda de "detectores" fuertemente pertrechados y listos para entrar en la granja del vecino a desenterrar riquezas, mientras entonan su grito de guerra...
Una técnica que parece estar de moda en las Islas Británicas. No en vano, tras una reforma de 1997 en su legislación, el "Plan de Antigüedades Portátiles", cualquier ciudadano que disponga del permiso pertinente está autorizado a echarse al campo con su pala y su detector, a condición de que todo hallazgo que efectúe sea revelado para anotar su procedencia y fotografiarlo, después, el decubridor puede llevarse su pieza a casa.
Una ley única en Europa. Efectiva en cuanto a descubrimientos recientes; desde su aprobación se ha dado constancia de unos 700.000 objetos. Eso si, si el descubrimiento es considerado tesoro las autoridades se quedan con el botín, comprándolo al arqueólogo amateur por una cifra aproximada de como valoren su cuantía. Al parecer, la recompensa la reciben rápidamente y sin necesidad de perderse en trámites burocráticos, lo que anima sobremanera a que proliferen estos cazatalentos, cuando talentos se refiere a su apreciación monetaria.
Una medida que suscita polémica pero, como tantas veces, legalizar según que actuaciones puede formar parte de la solución. Cabe preguntarse si es más grave perder datos concluyentes de dónde y cómo encuentran los objetos, o dejar funcionando a pleno rendimiento un mercado negro del saqueo, como viene sucediendo en España y otros lugares. Particularmente, pienso que mejor tener noticia de nuestro patrimonio histórico, aún siendo a grandes rasgos, que no que termine en la mansión de algún mecenas presumido, sólo para deleite de sus boquiabiertos amigos.
Quizá sea el futuro global de la arqueología, tan mal traída con los ajustes presupuestarios. Por no hablar del trabajo en el campo. Lo estoy viendo... "cambiamos sulfatadoras por detectores, azadas por palas"... 
La web de los "rapiñadores de Londres", dónde poder disfrutar de muchas de estas reliquias:
http://www.thamesandfield.co.uk/

3 comentarios:

  1. Yo tengo un detector de esos en Villanúa, y un par de veces me he ido a dar vueltas con él. Lo más que he encontrado han sido tuercas enormes bajo el viaducto del canfranero, que imagino que se caerían a los operarios mientras los construían. Son chulas pero que no tienen gran valor.

    El fin de semana que a vuesa merced le de por despegar su culo de su silla y subirse al monte nos lo llevaremos a ver si pillamos algo.

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  2. Qué pena que sólo detecten metales. El Ebro debe bajar lleno de Patrimonio lanzado allí por las constructoras, con nocturnidad y alevosía...

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  3. Pues me iba a autoinvitar este finde para gozar del aire fresco de la montaña, pero tengo el sábado cumple familiar.

    Bueno, bueno, que una tuerca caida del Canfranero puede conllevar cientos de historias desconocidas... Un judío tratando de escapar del Holocausto, en su trayecto final para coger un barco a América desde España, soltando esa tuerca tan importante que permita descarrilar el último vagón, donde viajan unos cuantos nazis custodiando un importante cargamento de lingotes de oro... O la tuerca que le falta a alguno, sin ir más lejos.

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