sábado, 5 de marzo de 2011

Restaurante Bonaparte

Pese haber sufrido bajas, nuestra tropa sigue dando guerra; tomando al asalto cada casa, siendo cada casa un nuevo sitio... En palabras del general Lefèbvre, seguro que hubiesen sembrado inquietud en Napoleón, pero no deja de ser una reflexión buitaka acerca de nuestro último encuentro gastronómico.
El lugar, Avenida Goya 17.
No cabe duda de que las cosas no están hechas por casualidad en este distrito con nombres gabachos o afrancesados pues, antes de recalar en el garito de la cena, tomamos unas cervezas en el bar Napoleón, que es del mismo dueño que el restaurante La Bastilla. Pudiéramos sumar a la relación la especialidad del restaurante Bonaparte, que son las ensaladas, y ya se sabe que una típica aragonesa es la "ilustrada". Otra especialidad, según se lee por internet es la pasta-no al estilo del mal recordado 24 Kilates (que hacía días no mencionaba) sino por su amplia oferta en cocina italiana-. 
Tampoco debe mostrarse como una simple payasada. Ayer sin ir más lejos me enteré que el barrio de la Bombarda, próximo a mi domicilio, recibe su nombre por unas baterías de artillería que situó allí el ejército francés en la toma de Zaragoza. Que todo por qué tiene su historia.
Me extenderé poco con la crónica, que coño. No hice ninguna foto y además, ya ni ponemos puntuaciones ni hostias en vinagre. ¡ !
Es un sitio sencillo, con pocas mesas. Hasta que enfilas el camino hacia el baño y te das cuenta que está unido con el bar de al lado, La Farándula si mal no recuerdo.
Pedimos de entantes -aquí seguramente necesitaré ayuda en los posibles comentarios, por aquello de buscar la participación buitaka- una ración de sepia, otra de navajas y una parrilla de verduras. Viendo los platos iniciales temí quedarme con hambre, impresión tantas veces errónea... Pero el plato fuerte de cada uno pienso que cumplió con creces las expectativas: Topo Indeciso con sus manitas de cerdo, y prometo haberme referido ya al menú que eligió; Llama Eterna y Brazos en Alto con un rancho de sugerente presentación en su cazuela de barro, y que según ellos estaba cojonudo, y yo, con mi entrecot "a la pastora", con sus pimientos y patatas, y servido en un plato incandescente, o como cojones quiera que se llamen esos en los que se termina de hacerte la carne, como si se tratara de una piedra para chuletón. Supremo.Hacía meses que no me deleitaba tanto comiendo un entrecot.
Con un vino blanco de Rueda muy sabroso y que nos recomendó el camarero comenzamos la velada, y un tinto Señorio de Lazán nos colmó hasta su finalización.
Postres y carajillos. Chupitos de hierbas por parte de la casa.
El camarero era un ser agradable y de arraigadas ideas sindicalistas, por lo que pudimos apreciar en sus aportaciones en nuestra conversación.
Un trato dicharachero, y el grato detalle con el que suelen obsequiar a día de hoy muchos garitos, cuando cierran la persiana a mitad y las leyes penosas no entran entonces a perturbarnos el bienestar y el pequeño vicio tras una copiosa cena...¿Una timba ilegal de póker, podrá pensar alguno?
146 € la dolorosa. Bien.
Curiosamente, el mismo precio que nos cobraron en El Trasgo el domingo pasado, ganador actual de restaurantes buitakos (aunque no confeccionáramos diploma), que acudímos también cuatro personas. Como no tengo fotos del Bonaparte, y ante el genial trato que siempre allí nos dispensan, adjunto unas fotos de cómo nos sirvieron algo tan sencillo como una torrija de postre:
Reposada la torrija sobre un plato, cuya base elevada está perforada y bajo la cual se encuentra una pastillita mágica. Una pequeña jarra de vino caliente se vierte por un lado, haciendo reacción con la pastilla y perfumando la torrija con el humo de éste caldo. El postre como espectáculo, que más puedo decir. Propondría hasta un nombre para semejante postre, "Dulce frito embriagado en su artificio":

6 comentarios:

  1. Te ha faltado la provoletta (el queso fundido aquel) y el postre: mousse de yogur para todos, así no reñimos. El tinto no fue señorío de Lazán, fue un Somontano cuyo nombre...

    El blanco era afrutado, a lo Jesús Traminer... a ti te va según el día, jajajja.

    Y qué buena la sobremesa con batallitas y mecagüendioses.

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  2. Ah, y el bar al que está unido por la zon de los servicios se llama "La Farola", no la farándula.

    Jodo, memoria tienes, quió!!!

    Respecto a la cena... de puta madre chico. Bueno, sabroso y bien de medidas. Ni acabamos con hambre ni empachados de no poder movernos.

    El trato perfecto.

    Nos vemos Jinete y Cía.

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  3. Hostia, el queso si: que estaba muy bueno, pero duró tan poco la ración que pusieron que casi hasta desaparece de los recuerdos.
    La Farola, la Farándula...parecido. Si no me fijé en el nombre. Va a ser que mi sexto sentido si se percató de que comenzaba por "F", que siempre está más atento que mi memoria

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  4. El provolone se hizo escaso, pero es que ese queso es puro grasuz... como ración individual ya está bien, ya.

    Luego te quejas de los pijeríos en la mesa, pero lo de tu torrija no te hice sentir incómodo ni fuera de lugar, eh pajarel??

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  5. Hombre, pero eso era distinto... Al sitio éste va gente de todos los palos y siempre nos tratan de forma estupenda. No es como cuando me quejaba (muy en broma) de que me cambien una servilleta porque se haya caído al suelo.-Que anda que no sufro persecuciones buitakas trás esa declaración-.

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