viernes, 6 de febrero de 2015

La brújula de los vientos.

Algo mágico tendrá la radio para que más de cien años después de su invención sigamos enganchados a ella, que permanezca inalterable a pesar del auge tecnológico de nuestros días. Bueno, no exactamente...
También ha experimentado cambios, lógicos, por otra parte.
En su nueva función la definen como la "radio del futuro". Un término pomposo para expresar una evolución prácticamente natural, que no es otra que la retransmisión por Internet.
Una de estas plataformas es Radio4G. A sus mandos, un viejo conocido,  J.A. Abellán. 
Selección de emisoras a la carta, de sello propio y también de todo el mundo (Incluso 5 canales de Heavy Metal, oiga).
Me centraré en un programa en particular que ofrecen a través de esta web,  La Escóbula de la Brújula. Otra proceso natural -si sirve la expresión- de un programa tan mítico como La rosa de los vientos, un espacio con un universo paralelo de seguidores éste último, con tantos admiradores como detractores. Y es que, es inevitable, cuando los cambios se producen en algo que ha forjado su propia leyenda, la gente tiende a ser reticente. Pasa con los grupos de música, las series de T.V... En su caso, la muerte de J.A. Cebrián, su director, hace ya unos años, fue el detonante para que salieran los partidarios o enemigos con la renovación que sufrió el programa, con colaboradores que se marcharon y otros que entraron nuevos. Nacieron así dos potencias; los escóbulos y los rosaventeros. Pues bien, yo soy de los que están encantados con que coexistan los dos espacios, con sus virtudes y sus defectos. Ojalá no se limitasen solo a la programación de fin de semana; ojalá en la caja tonta tomaran ejemplo y enriquecieran sus contenidos con algo similar y dejaran de una vez por todas su fórmula tele-basura. 
El servicio de podcast, ese gran invento para la humanidad... que puede convertirse en un deporte de riesgo si, como yo, hay días que te retiras a dormir mp3 en mano. Despertar con él clavado en la espalda o con los auriculares formándote una horca se han convertido en lo habitual. Desconozco si existen precedentes de muerte accidental por estos hechos, de no ser así, si algo me ocurriese en el futuro propongo el Sacrificio Marconi o el Martirio Tesla como acuñación para semejante percance.
La magia de la radio en el silencio de la madrugada a pocas cosas puede equipararse. Es gratificante. Una sensación de bienestar que produciría un día que enchufaras la tele y descubrieras que Tele 5 ha dejado de existir.
Te puedes quedar dormido, pero despertarte de improviso porque alguien ha susurrado en tu oído las últimas investigaciones sobre las líneas de Nazca. Cambias de postura y, sin saber en qué momento exactamente, vuelves a conciliar el sueño. Sería interesante saber en qué trabaja tu subconsciente cuando te entregas a Morfeo de estas maneras; no es raro recordar algún pasaje donde estabas visitando la Zaragoza romana o embarcándote en alguna travesía extraña.
Ayer sin ir más lejos tuve un encuentro con los visigodos, que fue la temática de uno de los programas de La Escóbula. Buenísimo.
Igual te contaban la distintas técnicas para la datación arqueológica, que escuchabas un entierro visigodo cantado o te sorprendías con algún capricho de la filología germánica, gracias a la interpretación que daban sobre un relieve: Para los visigodos la luna era masculino y el sol femenino. Así que tened cuidado si vais al baño de un bar en Alemania y os guiaís por los dibujos que indican...
De un tema te enlazan a otro en un crescendo constante. Ahora empiezan hablando de Ooparts... en qué momento terminan desviando el coloquio para explicarte que hubo un tiempo donde cinco especies distintas de homínidos convivieron al mismo tiempo? Es todo un misterio. Un gran y atractivo misterio.
La radio ofrece cosas para quienes quieran sentirse a salvo. Sálvame del naranja y del limón (creo que también hay una edición deluxe...).

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