sábado, 9 de noviembre de 2013

La Encantaria.

Hanlos de sustentar, y les dan de comer y beber, pan, vino y de las demás cosas que tienen para su sustento; y lo comen llevándolo con sus manos á la boca, y si no se lo dan, se lo piden diciendo: «nuestro amo, poco me regalais, dad me de comer». Y muchas y diversas veces hablan y comunican con ellos sus cosas, y el demonio les toma estrecha cuenta del cuidado que tienen en regalarlos, y los castiga y reprende gravemente cuando se han descuidado en regalarlos y darles de comer (...)  Y refieren otros grandes castigos que se han hecho á muchas personas brujas por no acudir con mucha puntualidad á los aquelarres y juntas.
 -Auto de fe en Logroño, proceso de Zugarramurdi, 6 y 7 de noviembre de l6l0-

Justo 403 años después, nuestra última cena buitaka en un restaurante donde oscuras leyendas lo relacionan directamente con una de las encausadas en aquel terrible juicio, Graciana de Barrenetxea, la Reina del Akelarre. ¿Casualidad? Los caminos de Mañitú son inescrutables.
Se inicia la 5º ó 6º temporada buitaka (según mis cálculos la sexta) clausurando las jornadas de cenas exóticas que, mire usted a lo que vamos a llegar, esta vez, Brazos en Alto de Maestro de Ceremonias, se permitió la licencia de organizarla como "especial comida catalana". Independientemente del resto (que diría un catalán) de cenas anteriores y de la comida en sí (que fue un acierto), no me digan que no hay que echarle imaginación al asunto para enmarcarlo dentro de esa temática foránea; si llegamos a insistir con la idea de comida extranjera y no convencional, pero fuera de nuestras fronteras actuales, Brazos habría puesto todo su empeño por llevarnos a un restaurante gibraltareño... que no creo que existan fuera de aquel territorio, pero si los hubiera, ¿saldrían por un pico?
La Encantaria, en la zaragozana calle Sevilla número 7. Con una página web renovada, que ahora mismo me deniega el antivirus la entrada diciéndome que posee un troyano. No sé si será cuestión de mi navegador, del matagusanos o cosa de espíritus, pero ayer no me dio ningún problema. Quizá sea por estrecheces de agenda, que a estas horas permanece el garito cerrado y cuando se celebran aquelarres en el interior no están para nadie. Ya lo avisa en su información la propia web.
Una peculiaridad destacable del restaurante son sus jornadas gastronómicas especiales: menú de carne de caza, jornadas demoníacas, del misterio, etc... También su sabia elección musical a cada momento (Queen, Barón Rojo, Twisted Sister...) es un diferencial a tener en cuenta.
Y nuestro particular festín de aquella noche, de las tierras de donde procede el dueño.
No fotis, nen, cómo acabamos la velada, com autèntics golafres -curiosa palabra-.
Comenzamos con una buena tabla de embutidos catalanes, acompañado de su pan tumaca y regado a base de porrón:








Del embutido frío al caliente y sin términos templados de por medio, pues estaban todos riquísimos. El chorizo hasta me recordó al buen chorizo leonés, del que soy un fan entusiasta.
No quedó nada en los platos, por supuesto.
































Luego dimos paso a un descubrimiento; los mongetes. Una pequeña clase de alubia -cito de la Ca.Wikipedia- típica de la zona del Vallés , Maresme y algunos lugares de La Selva, aunque su procedencia es americana. Y tremenda la butifarra, oiga.
Con lo que no podré estar de acuerdo es con la aclaración que se nos dió en su momento de "son más ligeras y tampoco llenan tanto como las otras". Partiendo de la base que esos platos abisales con forma de sombrero de Quijote, ya pueden llevar a más de uno al engaño, su propia digestión posterior a la cena es preferible hacerla en soledad y durante las cuatro o cinco horas siguientes...
Pero si, muy suculentas:



Siguiente exquisitez la conformada por pollo, calamares y langostinos. Bien de salsa, bien de ajo, y para alguien poco amigo del marisco como yo, un plato cojonudo:



Cayeron 2 botellas de De Muller Priorat Les Pusses Merlot Syrah 2008 -que así puesto, parece un romance en occitano-, denominación de orígen Priorato, Tarragona. Basta decir que al pedir la segunda botella no quisimos experimentar con otros vinos, viendo cómo estaba el que nos ocupaba. Si, si; afrutado...
Nos distinguieron además con un ejemplar limitado de cava brutal, Mont-Ferrant Gran Reserva, y a cuenta de la casa, con unos chupitos de cilantro y unos gintonics por su sitio.
 






































Casi me dejo el postre con la emoción, la genial crema catalana, con su caramelo quemado como recogen sus estatutos. Deliciosa:
Con los carajillos de costumbre y rodeados de tanta botella...
Salímos por unos 34 €uracos por cabeza.
Todo lo que se diga de La Encantaria siempre está de más, ya se sabe el viejo refrán de algo tiene el agua cuando la bendicen. Un lugar para volver y volver, que no frenan las ganas ni los espíritus malignos,

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