viernes, 12 de abril de 2013

Bar Summum.

La última reunión gastronómica buitaka fue en el Bar Summum, pero antes de relatar nuestras andanzas me van a permitir que proponga un pequeño concurso que tiene que ver con la ubicación del garito, en la zaragozana calle de Matilde Sangüesa Castañosa, número 3.
Mi gratitud eterna a quien me desvele el enigma de qué coño hizo esa mujer para que le dedicaran una calle, porque no hay manera; no hay forma humana de descubrir de dónde viene ese nombre, a menos a priori y tras perder cinco minutos en Google con búsquedas infructuosas. Por Sangüesa sólo me aparece la propia calle de marras o el municipio y comarca que pertenecen a Navarra. No me rindo e insisto: "Matilde Sangüesa quién era", pero Google se ríe de mi y sigue en su labor de dirigirme a la puta calle o a tierras forales. La cosa aún se desmadra más cuando a partir de la tercera página sólo encuentro titulares: "Detenidos dos jóvenes por atraco en Matilde Sangüesa", "Quema de contenedores en Matilde Sangüesa". Pruebo a escribir el nombre en el buscador de imágenes, para ver si podemos echarle la culpa a algún rostro misterioso. Nada, tampoco se tratará entonces de una ilustre jotera fallecida hace poco tiempo...
Realizo otra pesquisa más metódica; si las calles cercanas tienen nombres geográficos de comarcas aragonesas como Sierra de Gúdar, Valle de Zuriza o Bielsa, ¿Qué relación puedo hallar en ello? ¿Ese nombre propio pertenece en realidad al de un pueblo caprichoso y diminuto, tan insignificante que en lugar de aparecer en mapas, sólo se le menciona en placas? Se me antoja poco probable.
Todavía me quedaba Wikipedia, que me aporta datos nuevos en el apartado desambiguación: Sangüesa, o frambueso, árbol de las rosáceas de fruto comestible. Desesperante. Empiezo a creer que si busco el nombre en las páginas amarillas es más fácil que coincida con un ser vivo. A ver si éste va a ser otro caso como uno que en su día conté en el blog, de un madrileño en una noche de juerga que puso una placa con su nombre a una calle muy pequeña y de escasa importancia, hasta que pasó el tiempo y se confeccionaron incluso planos con esa nueva denominación. Doña Matilde, si todo esto es obra de una trastada, usted lo que se merece es una plaza con su estatua en oro. Pero me da a mi que no va a ser así.
"El expediente Sangüesa", qué gran nombre para una intriga policiaca...
Agradeceré cualquier pista que me faciliten sobre la Matilde. Gracias.
Bien. Nueva cena buitaka y con la dinámica habitual, ni fue el primer martes del mes, ni se escribe la crónica en los dos días siguientes. Tampoco era una cena al uso porque eso también ha variado circunstancialmente, ahora nos hemos propuesto hacer una "ronda" de hamburgueserías. No sabría decir en que momento crítico de borrachera y de quién partió esa idea, pero así lo decidímos.
Llama Eterna como Hamburguesero de Ceremonias escogió el Summum, un garito conocido por todos nosotros. No en vano hará unos tres años que fue amonestado severamente por la tribu al organizar allí un festín de cumpleaños y declarar "Esto sirve y anula la cena buitaka"... Tras exponer nuestras amplias quejas en servilletas de bar y firmar abajo todos los perjudicados, y cuestionarnos si mandarlo a galeras o darle otra oportunidad, al final tuvo que deshacer el entuerto en una visita cómica-festiva que los buitakos hicimos después a tierras francesas. Y mereció la pena el castigo. Desde aquella ocasión en Nimes, cuando cenamos en un restaurante superpijo, que no he vuelto a probar una  fondue. Bueno, tampoco me han vuelto a tocar el piano mientras como, en honor a la verdad...
El Summum es un sitio ideal para organizar eventos, más allá de las pegas que en un momento dado te puedan sacar una manada de amigos desagradecidos. Está en una zona bastante tranquila y dispone de una terraza amplia en la calle de tan misterioso nombre. Una amplia carta donde elegir sándwiches, tostadas, bocadillos en chapata o hamburguesas, que de éstas últimas habría hasta siete modalidades distintas.
Momento de disculparme en el apartado fotográfico, cómo no. Se me disculpe el toque cubista en las instantáneas. En Mayo creo que renovaré mi contrato de permanencia y ya dispondré de un jodido teléfono que haga las fotos en condiciones...
Nuestro festín constó de:

-Huevos rotos con foie:
Si, ahí parecen espaguetis con ración extra de queso rallado.
Generoso en el foie. Y me gustaron especialmente las patatas, que todo hay que decirlo, son las que se hallaban abundantemente debajo de nuestro siguiente plato comunitario, las alitas de pollo:
Dada la calidad fotográfica puede parecer incluso un pollo entero, porque sólo se adivina algún muslillo sobresaliendo del resto de una masa compacta. Estaba muy bien, pero digamos que el 33% del contenido eran patatas, o sea, a unas 3 piezas de carne por persona = 9 patatas por comensal. La culpa era del diseño hondo del plato, que llevaba al engaño. Algo parecido a lo que hacía un tío mío cuando vendía carbón en remolques, que metía el carbón más bueno en una fina capa y en lo más alto... En un plato amplio y sin fondo considero que queda mejor servir estas piezas, porque luego hay gente que piensa que le estás haciendo un truco, aunque quede satisfecha con su contenido. Somos así de tontos.
Y como colofón, la misma hamburguesa para todos, la que normalmente llamamos súper:
Estaba buena, si. Pero sin llegar a la exquisitez. Era robusta, grasienta, como toda buena hamburguesa que se precie, pero es que éstas constituyen todo un mundo; hay veces que comes unas pequeñitas y te sorprenden su sabor,  y con otras te relames viendo sus proporciones y luego compruebas que no eran para tanto.
Correctas, en todo caso.

Con la servilleta morada parece una insignia en un traje de Semana Santa. Bueno, fue por esas fechas...
Estuvo bien, habiendo hecho esta cena a modo barrio, o de estar por casa.
Quedándonos al borde del empacho, mi impresión final sólo estuvo mermada porque elegí, al igual que el resto, cerveza para cenar. Vale que le vaya mejor a una cena de hamburguesas pero chico, una cena al fin y al cabo, sin vino...  En el próximo buitakomburguesa me pienso inclinar por regarlo con vino, pero de los baratos, que me tocará pagar a mi...
Espero que me chiven cuánto costó la cena y ponerlo por aquí, porque no tengo ni zorra.
Y lo más importante, que alguien me resuelva el misterio de Matilde Sangüesa, que estoy por hacerle un post especial en el blog.

5 comentarios:

  1. Hola!. Yo también me lo he preguntado y en mi búsqueda he llegado hasta aquí. Con más fortuna que tú, a lo que parece, he obtenido respuesta a mis pesquisas, que paso a compartir, además de añadir el enlace de donde he obtenido respuesta a mi pregunta.

    Sangüesa Castañosa, Matilde. (Zaragoza, 19101996). Maestra. Nació en Zaragoza en el barrio de la Magdalena, pasó su infancia en Jaca y volvió a Zaragoza con el título de Magisterio. Comenzó enseñando a los niños que acudían a su domicilio, pero pronto, en un local de la calle Sixto Celorrio 35, esquina con la Plaza San Gregorio, fundó y dirigió su propio colegio privado: “Santa Teresita”, que cumplió una gran función social en el Arrabal. “La escuela particular de doña Matilde fue muy popular en el barrio y con muchos alumnos, incluso de otros sectores, habiendo comenzado a dar clases en su propia casa en tiempos de la guerra, teniéndose que llevar los alumnos su propia silla, y cobrando, posteriormente, según la edad, 3 ó 5 pesetas mensuales […] Trabajaron con ella dos maestras, también muy populares: Presentación Lanaspa, que murió a los 19 años, y Pilarín Tovar”. (Cfr. Ruiz, V: 49).
    En 1997, a título póstumo y gracias a las gestiones de sus exalumnos, se le concedió la medalla de Santa Isabel de Portugal y, en el otro extremo del barrio, se puso su nombre a una calle nueva, justo al lado de la estación del Norte donde había trabajado su padre como ferroviario. Comienza en la avenida de Cataluña y termina en la calle Marqués de la Cadena.

    http://www.zaragoza.es/contenidos/mujer/callejero_mujeres.pdf

    Un saludo

    Txabi

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  2. Pues hombre, muchas gracias por el topic, porque ya somos 3 lo menos los que andábamos buscando, y en especial al compañero que ha dejado la solución "oficial".

    Un saludo

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    1. Cuando me enteré que en Zaragoza habían puesto una calle en honor a Matilde Sangüesa Castañosa también me pregunté qué había hecho tal señora para representar tal honor. Efectivamente, como ha apuntado Txabi fundó y dirigió el colegio Santa Teresita del Niño Jesús, conocido vulgarmente como Doña Matilde, que estuvo ubicado en los bajos de la calle Sixto Celorrio, frente a la Plaza San Gregorio. Pero, esto por sí solo no resuelve mi pregunta pues las calles de las ciudades estarían llenas de nombres de docentes, y aquí es donde expongo algunos hechos.
      A finales de los años 60 y principios de los 70 las normas del colegio eran tan férreas como pudieron ser en la época de su fundación. El horario era de 9 de la mañana a 13 y de 15 de la tarde a 19 ininterrumpidamente, pues las instalaciones no poseían recinto para recreo, muy ocasionalmente se salía en verano algunos minutos a la Plaza San Gregorio. La edad de los alumnos abarcaba desde párvulos hasta los más mayores que finalizaban su estancia en el centro con la aprobación del examen de la reválida, algo que al parecer debían de conseguir bastantes alumnos. Este hecho no debe de extrañar debido a las altísimas exigencias de estudio y los durísimos métodos para conseguirlo, (la letra con sangre entra).
      Cualquier niño de párvulos podía quedar bloqueado ante la equivocación de confundir la (m con la a me) a partir de ahí empezaban los gritos e insultos, “pollino” era el más usado, y como es natural el niño no contestaba a la posterior pregunta por temor o más bien terror a equivocarse.
      Es probable que los alumnos por lo general estuvieran más aventajados en lo que a conocimientos se refiere con alumnos de otros colegios. Con 10 u 11 años podían saber sin problema alguno quebrados, raíces cúbicas, reglas de tres, buena lectura, buena ortografía y buena letra, en resumen, adelantados en todo lo referente a la enseñanza antigua. Solo se podía escribir con lápiz y plumilla, prohibido el bolígrafo y la estilográfica del regalo de comunión, según Doña Matilde deformaban la letra, y probablemente llevaba razón.

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  3. Pero, ¿cual era el secreto para el éxito de sus alumnos? sin lugar a dudas, como en los demás colegios, para los más aventajados, su capacidad y su esfuerzo, y aquí también su aprecio y cariño , algo que por otra parte no tenían los demás alumnos, y menos aún los que tenían menos capacidad para aprender que la media, o menos ganas. Estos se llevaban sus gritos, sus insultos y sus palos, por lo que sino se estaba capacitado para entrar en el círculo de los primeros lo mejor era estar en la media, así no se tenían sus cariños pero tampoco sus iras. Que te pillaran hablando en clase podía significar copiar para el día siguiente 1500 veces “Callaré cuando me lo manden en clase”. Así se aprendía a escribir con cuatro o cinco lapiceros a la vez y se agudizaba el ingenio. Pero lo peor era el trato degradante que sufrían algunos alumnos solo por el mero hecho de ser más traviesos o menos identificados con el estudio, cualquier desmán podía suponerles 10 palos o más con su “palmeta” o quedarse solo dentro del colegio sin comer.

    En resumen, durante el tiempo que el colegio estuvo en los bajos de Sixto Celorrio su forma de enseñar probablemente no varió ni un ápice de cuando empezó, y esta se basó en la disciplina infundida desde la imposición del miedo, el insulto y la agresión física, algo que en su momento se pudiera ver como normal pero que hoy se puede considerar totalmente degradante. Y vaya por delante que defiendo la autoridad de los profesores y el respeto a su persona.

    En 1973 el colegio tuvo que contratar varias profesoras jóvenes debido al nuevo sistema de estudios, especialmente con la matemática moderna, y el curso 74/75 ya no pudo dar clases a alumnos que cursaban estudios a partir de 6º de E:G.B. lo que supuso el principio del cierre, No obstante seguiría dando clases a párvulos en un piso situado en una calle cercana

    Sé que en algún momento fueron al colegio unos periodistas y le hicieron un reportaje, probablemente exalumnos suyos, supongo que exalumnos suyos fueron aquellos de quien salió la idea de poner su nombre a una calle de Zaragoza. Particularmente me llama poderosamente la atención un reconocimiento semejante a una maestra cuyos métodos de enseñanza eran al más puro estilo rancio, propios de posguerra, 8 horas diarias, castigos, palos, deberes intensos, con frecuencia junto con los castigos, sin recreo. Los años 70 no eran los años 30 ó 40.
    Sus razones tendrán aquellos que decidieron dedicar tan honorífico reconocimiento a Matilde Sangüesa Castañosa.

    Un testigo ocular

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  4. YO asistí hasta los trece años a la escuela de Doña Matilde. Sufrí los palmetazos de ella y de su ayudante Presen Lanaspa. Viví en el primer piso del edificio donde estuvo dicha escuela y, sinceramente, no guardo buen recuerdo de aquellos años... Soy el autor de un modesto librito en el que menciono a doña Matilde y a otros personajes de aquel Arrabal de mi infancia. E.T.E.

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