miércoles, 4 de mayo de 2011

Café-Restaurante Mordisco

Nuestra cena buitaka de Mayo discurrió en el Mordisco; Honorio García Condoy 4 de Zaragoza. Entiéndase "discurrir"  no sólo como su situación respecto al tiempo, porque es más bien una sarcástica alegoría acerca de cuanto tuvimos que desmenuzarnos la sesera para dar, al final, con cosas que figuraran en la carta del menú y que pudieran existir físicamente. 
Imagino que el despropósito será debido, o bien que el garito esté más acostumbrado a bocadillos y hamburguesas domingueras, o que la compra semanal la realizan los miércoles; justo un día después de cuando a duras penas tienen algo. Lo de ayer no fue un encuentro gastronómico normal, sino una carencia total de entendimiento. Díme que te apetece, y yo lo que no tengo...
Un ejemplo que simplifica el tema sería lo que nos sucedió al preguntar al camarero por el contenido de la parrillada aragonesa que aparecía en la dichosa carta:
-Eh...bueno. No tengo ni idea, la verdad.
-¿Puedes preguntar a alguien o...?
-Es que la cocinera es nueva. Lleva tres días aquí y no...no habría manera...
-¡Ah! Vale,vale.
Absolutamente de locos. ¿Cómo hostias nos hubiesen preparado la maldita parrillada, de haberla pedido? ¿chorizo, longaniza y morcilla? Quizá nunca lo sepamos, quizá nadie más ose preguntarles en el futuro de que consta. Quizá despidan a la cocinera el día que algún temerario la exija y la pobre no pueda elaborarla. "En 25 años de profesión, jamas me habían forzado a preparar una parrillada aragonesa"-dirá entre sollozos en la larga fila del paro, junto al culpable de una fuga radiactiva y el guionista de Águila Roja-...
Creo que el asunto podría adquirir dimensiones de leyenda: Si vas al Mordiso, pregunta por la parrillada famosa. Total, si no pides explicaciones de cómo está preparada, lo más fácil es que no tengan...
Preguntamos por un par de vinos de la carta y no había. Pedímos otra marca que milagrosamente constaba en el inventario, pero al reclamar una segunda unidad, sorpresa; nos tuvo que sacar otra porque ya habíamos terminado las existencias. Dijo que costaba más la última, pero que nos la dejaría al mismo precio. En este punto, supongo que el hombre se sentía ya superado por las adversidades, apesadumbrado por los continuos fallos de logística. Parecía un general enemigo, cansado tras arduos combates y queriendo firmar la rendición incondicional sin más demora...Momentos antes, tras haber tomado nota de los platos, volvió para comunicarnos que el conejo a la brasa que se le antojó a Brazos en Alto no podría materializarse, y que los solomillos que pedímos los otros tres comensales tampoco podrían ser.
Es de chiste de Eugenio. No se si existen muchos lugares donde puedas ir a comer algo y puedas responder con la misma fórmula que el camarero, una vez leída la carta:
-¿Que van a cenar?
-¿Qué vamos a cenar?
Porque las opciones disminuyen paulatinamente. Era como jugar a piedra, papel o tijera con el inspector Gadget. Con lo fácil que resulta decir lo que uno tiene, ¡si así se resume toda la historia!
Cada vez que venía a nuestra mesa le rogábamos que al día siguiente fueran de compras al supermercado. El tipo asentía y hasta parecía encajarlo con buen humor. ¡Tú dirás!
Ya no se si por elección nuestra o del restaurante, esto fue lo que cenamos:

De centros; arroz con pollo (de la variedad diminuta) al curry, revuelto de huevos (el plato era elegante, pero casi no me dan ni tiempo a sacar la foto) y sepia. Correctos.
Topo Indeciso se decantó por filete de ternera y Llama Eterna y servidor por los medallones de cerdo. Todo indica que Brazos en Alto se indignó por la falta de conejo y rehusó comer plato individual.
Mención negativa para los medallones de cerdo. A observar la foto de la izquierda; los medallones siempre han sido redondos, esto tiene pinta de "galones desgastados". La carne tampoco era para echar cohetes, ciertamente-si lo llego a saber, me pido una parrillada aragonesa- :
El flan casero que comí de postre fue lo que más me agradó. Luego carajillos y chupitos. Pedímos licor de hierbas en tubo y con hielo, el camarero volvió para hacernos saber que sólo había cantidad para uno de nosotros. Tras volver a recomendarle la compra en el supermercado, nos sacó unos vasos de chupitos y pudímos al menos brindar entre nosotros...
Topo Indeciso como Maestro de Ceremonias. La cuenta en total no llegaba a los 114 €uracos.
No resultó caro, pero digo yo, lo más propio dada la experiencia de aquella noche, ¿no habría sido regatear? Y el camarero conformarse y pedir otra cosa...

4 comentarios:

  1. Ya se le vió al pobre mozo perdido cuando al preguntarle qué llevaba la parrillada Aragonesa nos dijo... "no sé, costillas, morcilla, jamón, queso..."

    ¿queso?

    Sitio malo y caro. Esta vez nos ha salido rana la cena.

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  2. Desde luego, imagino que dicho restaurante no lo encontraríais en la guía Repsol o cualquier otra. Qué cara se les hubiera quedado si llega un entendido de los que elaboran dichas guías...(entendido me refiero a que sabe de gastronomía, y sobre todo, de escoger buen trabajo xD),de locos!

    Más que la cena,os salió cara la anécdota para contar!

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  3. Hombre, pues barato tampoco, Elías. Si llego a pedir segundo plato hubieran sido casi 130€.

    Entre 32€ por barba en un bar y 35€ en un restaurante... pues chico, qué quieres que te diga. Que al final vamos de pobres y pagamos como ricos.

    Pero no me negaréis que lo pasamos bien eligiendo, jejeje.

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