Alta Taberna del Mono Loco

En Paseo Pamplona 17, Alta Taberna del Mono Loco.
Alta, alta...
Tras mi última experiencia frustrada como Maestro de Ceremonias en Enero, en el restaurante Las Viandas -todavía conservo el recuerdo nítido de ciertos comensales a nuestro lado que, como apuntaba en su día"una manada de chimpancés con ukeleles hubiesen perturbado mucho menos aquél momento"- sentía la necesidad de desquitarme del asunto con un lugar más acogedor y normal.
Y creo que en gran medida lo conseguimos en esta ocasión.
Internet, ese hervidero de impresiones, de opiniones poco esclarecedoras e informaciones poco o nada contrastadas. Haced la prueba de buscar la taberna que nos ocupa, no encontrareís comentarios neutrales; o la ponen a parir de un burro o la elogían exageradamente.
Tanta publicidad como he escuchado de ella en la radio, pensé, no podía ser mala elección.
Así que mi curiosidad no mató al gato, si no que alimentó al Mono Loco, podríamos decir. No tuve oportunidad de conocer al dueño del restaurante, lo aclaro por si algún desaprensivo buscase la maldad en mis palabras.
Llegué el último, con la penalización de rigor al pagar también la ronda previa de cañas.
Reunidos pues los cinco primates (no seguiré con el recurso faunístico, que me veo anotando que allí todo estaba-buino...) nos dispusieron en la mesa más alejada de la entrada. Digo dispusieron porque me parece el verbo más adecuado; una jodida noche de martes de Crisis y todo el garito vacío, que no a nuestra entera disposición. La mesa del olvido, el rincón de la soledad acomodada. Situación que a mí, en parte, me marcó para el desarrollo de la velada.
En aquél apartheid gastronómico tratamos temas de actualidad rabiosa, esto es la inminente boda de Don Enrique y su consiguiente cabreo (entendible y lícito) porque sus colegas aún no tienen un jodido plan prometedor para una decente despedida de soltero.
Mes y medio ya sólo. Y Llama Eterna, ¿pasará a estar legalmente antorchado?
Vayamos con el menú que disfrutamos aquél día, que para tirar el arroz siempre habrá tiempo.
Anotar que el camarero reconoció a Brazos en Alto como showman de nuestra ciudad y que tenía una voz muy radiofónica. También nos atendía una moza del Este, servil pero distante (no quería aparecer en nuestras fotos!!).
Con los entremeses ya comenzaron los delirios y las apreciaciones sobre las puntuaciones de cenas pasadas. Gracias a Caballo Loco, el fervor Buitako ha cogido un impulso renovador. Desde su adopción, nuestras veladas ahora son más animadas que nunca.
"Te digo que eso es de un jodido 6"...
De los entremeses hice fotos pero creo haberlas borrado sin querer.
-Huevos rotos (al nido) : Tan suculentos para todos nosotros como escasos para cinco personas.
-Gallina (en plan de lonchas) con embutido de Graus : Yo aconsejaría resaltar en la carta la escasez del producto; "Cobarde, gallina" iría más acorde con lo servido. Sácame un poco más de chope, ganchitos y una pepsi, y seguiremos con la orgía culinaria que se palpaba justo en el momento...
-Chipirones y mejillones : Nada especial. Sencillamente correcto.
-Ensalada de perdiz con foie : El mejor de los entremeses. Aquí si abundaba el animal, aunque no fuera una ensalada que pudiera saciar a un regimiento.
Conclusión; empiezas con los huevos rotos, después, cobarde-gallina, pero no capitán de las sardinas, si no de chipirones y mejillones flojos, que aunque luego fuímos felices comiendo perdices, un capitán no forma regimiento...
Si, se me va...
Los platos :
Para Caballo Loco, solomillo de ternera a la parrilla. Lo pidió con salsa de pimienta y me consta que al día siguiente acusó en demasía sus efectos...

Para Brazos en Alto, cabrito, cabrito lechal asado. A pesar de su acto caníbal, creo que le gustó bastante.

Para Topo Indeciso, Llama Eterna y quien escribe, chuletón. Novedad.

A pesar de servirlo con su acertada guarnición de patas fritas y pimientos, chico, carne decente, pero la piedra, hablando en plata, una puta mierda.

Era chuletón "a la fuente caliente". No duraba nada el calor, apenas tres o cuatro minutos. Eso si, siendo honestos, buen trabajo de los camareros preocupándose siempre de mantener una cacharra permanentemente en la mesa. Pero no es la mejor forma de disfrutar del chuletón.
Los postres muy bien. Como si en su elaboración fueran conscientes que radica su mayor arte, los nombres que tenían eran pura poesía; Lujuria del color brown, Arco Iris, Carrusel de sabores y colores...

Yo me pedí un sorbete de manzana. Sin duda, el mejor sorbete que he probado nunca.

Ahora bien, 6 €uracos cada postre.

Alta, alta...

Comenzamos la cena con un Enate Traminer. La verdad, le estoy pillando un poco de fobia a vino éste. No está malo, pero como que no le saco el rendimiento a la hora de comer. Como decía Caballo Loco, "Parece que te estés bebiendo el agua de un puto florero"... En cierto sentido, lo comparto.

Después pedimos un Enate reserva de 40 €, pero la botella era de doble capacidad. Recuerdo que se me antojaba un Ayles o un Ramón Bilbao, ante el impedimento de que de uno no tenían y que del otro - coño, no me va Internet- ya que han de navegar con un objeto altamente tecnológico para saber que vinos tienen (manda huevos), mi deseo cuando preguntaban "¿pero no querías tú el...".

-Que me da igual, que tengo mucha sed !!
Luego los carajillos, y la sana costumbre de invitarnos a las copas.

Bien de comer en líneas generales. Si con lo que pagas, no comes medianamente bien...

278, 50 €.

Mi pega son las raciones, que eran bastante pobres para cinco. Y por supuesto, la mala forma para hacer el chuletón.
Puntuaciones de :

Juako 9 / Caballo Loco 8'5 / Kike 8'5 / Mariano 8 / Yo 7'5.

Y lo de mi votación más baja no es porque fuese yo el que tuviera que pagar.