Restaurante Caramus.

Jornada gastronómica Buitaka de Junio, del día 5 del año de Gracia de Nuestro Señor Mañitú en la I Era Merkeliana y del periodo del Gran Hacedor Mariano Manostijeras, supremo santísimo de los recortes impopulares. ¿Paciencia, ficción? No desesperen; la crisis también hizo acto de presencia por este blog, privando a Jinete de toda actitud creativa. Poco más y casi un mes entero sin aportar por aquí nada. Poco, más, casi, entero, nada- reunidos en una misma frase. Parezco un político de nuestro tiempo explicando un tema importante, para acabar diciendo un absolutamente nada. Nada es una palabra terrible si cuando la escuchamos no nos encontramos nosotros a remojo. Así que bañamos al contenido...Vayamos:

Restaurante Caramus, en Espoz y Mina número 9. Buscando imágenes por la Red he podido constatar que existe gran diferencia entre cenar en la planta de arriba o la de abajo. Nos perdimos la contemplación de esos hermosos arcos medievales, que imagino se hayaban bajo nuestros pies el martes pasado. Una pena.

Otro punto que llamaba mi atención -y no era el de los arcos, ya que estos no son ni de medio punto (yo apuntaría que más bien son de estilo gótico tardío o renacentista)- era el nombre del garito: me sonaba a la canción de Queen, Bohemian Rhapsody. Caramus, Caramus, will you do the Fandango. Galileoooooo... Hoy por fin sé que el tema menciona "Scaramouche", una novela famosa ambientada en la Francia del Siglo XVIII, en tiempos también del personaje que da nombre a la calle, Espoz y Mina. Con que imagino que la relación no es producto de la casualidad, ¿te das Queen?

Idioteces aparte, que es todo lo que he dejado ahí arriba, pasemos a describir el menú.

Pedímos cuatro platos para compartir :

 

Migas aragonesas. En su elemental forma, sin trozos de patata ni uvas, que a mí no me gustan así. Chorizo, panceta, longaniza, huevo...las migas perfectas. Aún se les podía haber ido algo la mano con los ingredientes que acompañaban al pan, pero estaban bien.

Espárragos trigueros con foie. Supongo que saben del mismo modo en todos los sitios.

Huevos revueltos con jamón. Correctos, pero como sucede con las migas, siempre le podríamos echar más condimentos...

Ensalada. No la probé ni sé que tal estaba.

Una imagen para el bodegón, que siempre queda elegante.






Mi segundo plato, carrillera. Muy buena su elaboración; bien de ajetes, perejil y patatas. Y sorprendente su contenido al volcar la tartera de barro sobre plato convencional; una ración para no quedarse con hambre.
Si todavía hay aceptación de blog entre los camaradas Buitakos, que describan qué tomaron como segundo plato porque yo no lo recuerdo.
De postre triunfó un pastel -o tarta- de queso que, como guinda final, resultó un alimento sólido en demasía...
Nos bebímos una botella de tinto Marqués de Cáceres 2007 con los entrantes, otra de Protos "roble" 2010 más adelante y el capricho de Jinete; tres copas de tinto Legítimo, el vino más barato que tenían en el restaurante y que se supone te servían con el menú. Aquello había que probarlo, algo muy normal y legítimo. Aún era más normal que Legítimo, aunque le pongan ese nombre a la marca.
Total de menú + cafés:
102 €uros la cena de cuatro mardanos.
Un precio y un lugar muy recomendable.
Cualquier día vuelvo aunque sólo sea para ver los arcos de abajo, no sea que no existan en realidad e Internet me haya jugado una mala pasada.
Dejo a continuación las valoraciones de Brazos en Alto como buena añadidura para cerrar el post:
Yo pedí solomillo de ternera con foie, pero sin foie. Les dije que me trajesen otra cosa a cambio... ¡del foie! Yo no sé qué entendieron, pero me trajeron solomillos DE CERDO al roquefort. Di que tenían tan buena pinta, y para no ser tildado de rarito, me callé y di buena cuenta de ellos. Eso sí, los cobraron como de cerdo, así que debió ser una confusión sin más.
Acertamos con los vinos (bueno, Jinete ya sabemos que tiene caprichos raros), hubo buen ambiente, planificación de vacaciones, pacharanes (con gominola) en la terraza, cerveceo posterior, camino de vuelta con tertulia sobre los celtíberos y un hostión morrocotudo al comerme un banco de hormigón en la ribera del Ebro que no vi hasta que estampé mi cuerpo entero contra él. Soy una moradura con brazos... en alto.
Resumen: Topo demostró que se puede cenar bien por poca pasta, sin picar en ofertas trampa y sin pedir lo más caro de la carta de postre.