lunes, 11 de febrero de 2013

Mesón La Cazuela.


¿Alguien ha probado a realizar la búsqueda "buitakos" en Google Imágenes? Yo ahora mismo y me he asustado mucho. El lado romántico me quiere indicar que hemos creado una marca propia. La sensatez y el sentido común, que toda referencia o residuo que dejamos por Internet ocupa un espacio silencioso, pero casi perpetuo. Vamos, que un álbum de fotos sobre el blog hecho por encargo, no quedaría tan emotivo como al usar esa herramienta. Ni que decir que entre todas las imágenes predominan las de restaurantes visitados por la tribu, y que ahí aparecen más platos que en un campo de tiro.
Añadamos pues, otras estampitas para nuestro particular estuche de recuerdos. La cena buitaka de febrero en Mesón "La Cazuela", situado en pleno corazón de Las Delicias, en el entramado de calles laberínticas que se hallan entre la via que da nombre al barrio y aquella otra que obtuvo su denominación para enfatizar la ruta a seguir hacia la Universidad... Que queda pedante, sobrecargado, ¿innecesario tal vez? A cualquiera puede sucederle cuando habla de su puto barrio. Para el más común de los foráneos, aportemos la dirección como calle Daroca, número 5.
Como no podía ser de otro modo, "La Cazuela" tiene dos asas, una para entrar por la parte de la barra y otra para acceder directamente al restaurante. Es un sitio amplio y algo peculiar, está decorado en buena medida con motivos taurinos -aunque nunca entenderé cuales son exactamente los que arrastran tanto público a los grandes ruedos- y posee un horno de leña a la vista de los clientes, junto a un mostrador alargado donde van preparando todo el cotarro.
Merece la pena recalcar la parte del horno, ya que buscando información por la red he dado con un curioso documento, propio de un spin-off de Bricomanía. El testimonio podría ser:
Hoy vamos a ver, queridos amigos, cómo fabricamos nuestro propio horno de leña para poder cocinarnos ese lechoncillo que nos ha regalado la abuela. Muy sencillo. Para ello sólo necesitamos un rincón donde instalarlo, un palet de ladrillos refractarios, medio palet de ladrillo hueco, un saco de cemento siderúrgico y un bote de pintura esmaltada. ¿Ya teneís todo? Ahora sólo queda llamar al herrero, que tome medidas para las puertas y os facilite el resto de accesorios. ¿Que se os va a poner malo el lechón con los preparativos? No os preocupeís, aquí os dejo un práctico brico-consejo de cómo podemos fabricar nuestro propio congelador de gran capacidad en muy pocas horas...
Por desgracia, no pudimos disfrutar de las excelencias del horno rústico la noche del martes pasado, al ser fecha conflictiva -era el día se Santa Águeda- y que Topo Indeciso, en su calidad de Maestro de Ceremonias, esperó hasta última hora para reservar restaurante. Una constante que se ha convertido en lo habitual...
Como segundo punto a la desgracia, las fotos que acompañan al post son de autoria propia, con la pésima calidad gráfica que ello implica. Es un medio camino entre los primeros experimentos de los hermanos Lumiére y la técnica cinematográfica más novedosa que aportaría Lars Von Trier una mañana resacosa, tal como lo veo yo. Son fotos que sugieren un continuo movimiento.
El pan figura bastante estático. Un poquico más regado de aceite y un par de dientes de ajo machacado no hubieran desestabilizado el plato cuando lo trajeron desde la cocina. Dicho de una manera menos cordial, coño, ¡que salta a la vista!... De lo que no iban untadas las rebanadas era de generosidad. Y que luego en todos los restaurantes se ha puesto de moda cobrar el pan aparte.
Versados los buitakos en la insana costumbre de pedir siempre de más, y luego papuzarnos toda la comida aunque los estómagos revienten, parece que vamos aprendiendo y adoptando el buen sentido de la proporción. Tres entrantes para compartir y plato principal para cada comensal.
"Litografías" de los primeros:
No es un centro de flores oriental; huevos rotos con morcilla y longaniza. Yo era el único que los quería sólo con longaniza y tocó mezclar ambos ingredientes. Muy ricos.
No es una estrella en un plato; son migas ¿a lo pobre? A lo muy pobre diría yo. Tomate, cebolla y cachitos de fino chorizo situados en puntos estratégicos. Échale algo de panceta, longaniza, el aceite que ahorraste con el pan... He leído por Internet un comentario de una señorita que decía "iba de propio allí por las migas". Pues créanme, como no sea la que le suministra de cebollas y tomates al garito, no le encuentro explicación al asunto.
No son olivas en rama; caracoles al tomillo con alioli. Bien, correctos.
El plato estelar sin duda, que pedimos Llama Eterna, Topo Indeciso y yo. Novillo argentino. Sabroso, jugoso, tremendo.
Brazos en Alto prefirió otro plato. Por suerte no cambió su decisión en el último momento. Pedir novillo y gritar que quería conejo cuando se alejaba el camarero, aquella noche de Santa Águeda, con la reunión de marujas alteradas que teníamos detrás, podría haber tenido consecuencias imprevisibles.
Nos bebímos una botella de Alcorta crianza 2.008 (vino que no me entusiasma) básicamente entre Topo Indeciso y yo.
Después, la sorpresa de la noche, el gesto impensable que jamás creerían ver mis ojos, ese pequeño detalle que a todos nos irradió bondad en lo más profundo del alma:
LLAMA ETERNA TRAJO UN POSTRE.
Y lo pongo así, en negrita y subrayado sólo porque Blogger no me permite poner señales de balizamiento ni acompañar los textos con música celestial. Tras meses de insistencia, al fin tuvo la delicadeza de compartir con nosotros, desinteresadamente, un postre de los que elaboran obradores muy cercanos a él. Mañitú le bendiga.
Reliquía de la Águeda, la santa teta:
Llegado aquí, no se cuanto le costó la cena al Maestro de Ceremonias, pero recuerdo algún comentario a lo "pues no es caro". Así que con esa valoración final de calidad-precio nos quedaremos por el momento.